Cómo reunirnos, por Witness Lee

EL PECADO DE CELEBRAR UNA REUNIÓN QUE ES AJENA A LA IGLESIA

Hoy en día hay tantas reuniones cristianas que son completamente ajenas a la iglesia. Quienes participan de tales reuniones no tienen la menor noción con respecto a la iglesia; por lo cual sus reuniones no están relacionadas con la iglesia ni toman conciencia de la iglesia. Todos debemos estar plenamente conscientes de la iglesia en nuestras reuniones. Estrictamente hablando, si conocemos la palabra del Señor, comprenderemos que celebrar una reunión que es ajena a la iglesia es pecado. ¿Por qué? Porque si nos reunimos sin prestar la debida atención a la iglesia, nos reunimos de manera divisiva. A los ojos de Dios, ser divisivos es pecaminoso, pues el propósito de Dios es obtener la iglesia. El propósito de Dios es edificar un Cuerpo para Su Hijo. Si nos reunimos de manera divisiva, si nos reunimos sin guardar la unidad de la iglesia, mediante nuestras reuniones causamos daño al Cuerpo de Cristo al impedir que la edificación de la iglesia sea llevada a cabo. Hay tantas personas que de manera inocente cometen este pecado; no obstante, sí cometen pecado, porque ellas dividen y dañan el Cuerpo de Cristo. Algunas de estas personas lo hacen deliberadamente. Esto no es algo insignificante.

Antes de ver esto hace unos cuarenta años, yo me sentía con plena libertad de reunirme con los cristianos. Pero desde que el Señor me reveló este asunto, jamás he vuelto a ser descuidado al respecto. El Señor me hizo dar cuenta de que las reuniones cristianas guardan estrecha relación con la iglesia. Si nos reunimos de una manera apropiada y normal, edificamos la iglesia; de lo contrario, le causamos daño. Aunque nuestra intención al reunirnos sea muy buena, si no tenemos plena conciencia de la iglesia al reunirnos, estamos en pecado y somos contrarios a la economía del Señor. Es imprescindible que todos comprendamos claramente que cada vez que nos reunimos, incluso al pensar en reunirnos, siempre debemos tomar conciencia de la iglesia; jamás debiéramos reunirnos con cualquier cristiano de manera tal que dicha reunión resulte ajena a la iglesia.

(Cómo reunirnos, capítulo 2, por Witness Lee)