INCIENSO EXTRAÑO
Cuando quememos el incienso, sin embargo, no debemos ofrecer incienso extraño. Todo lo que sea extraño es un insulto para Dios. ¿En qué consiste el incienso extraño? Todo cuanto no sea Cristo mismo es incienso extraño. Es posible que ustedes sean personas sumamente refinadas: personas humildes, pacientes, amables, etc. Si somos tal clase de persona, siempre tendremos de manera subconsciente el concepto de que somos bastante buenos. A veces, por supuesto, nuestra evaluación no es lo suficientemente correcta. Tal vez ustedes crean ser buenos, pero en realidad no son tan buenos. Tal vez piensen ser humildes, cuando en realidad no son tan humildes. Si ustedes vienen a Dios con algo procedente de la bondad inherente a ustedes mismos, entonces estarán quemando incienso extraño. No traigan nada que no sea Cristo, no importa cuán bueno sea. Todo lo que no sea Cristo es extraño y es un insulto para Dios.
Permítanme darles un ejemplo. La vida matrimonial es verdaderamente problemática. Supongamos, sin embargo, que usted jamás le haya causado problemas a su esposa. Usted siempre ha sido paciente, humilde y bondadoso con ella, y como resultado de ello, su esposa ha divulgado elogios acerca de usted. Si cuando usted viene al Señor, le presenta a Él aunque sea sólo un poco de esta bondad suya, estará quemando incienso extraño. No importa cuán bueno sea usted, esa clase de bondad jamás podría ser ofrecida a Dios. En lugar de ser una fragancia, será una blasfemia.
Lo único que podemos ofrecerle a Dios es Cristo. Tenemos que decir: “Oh Padre Dios, no tengo nada que ofrecerte, nada que Tú pudieras aceptar, sino solamente Cristo. No importa si soy pecaminoso o bueno, todo lo que puedo traerte es Tu amado Hijo, Cristo”. Ningún incienso extraño debe ser ofrecido a Dios.
(Cómo reunirnos, capítulo 19, por Witness Lee)