LA IMPORTANCIA DE ESCUCHAR A LA IGLESIA
La tremenda importancia que las reuniones tienen es algo que está muy claro para nosotros; no creo que tengamos que recalcar esto aún más. Pero cómo nos reunimos, en esto estriba el verdadero problema. Si a todos los líderes del cristianismo, a todos los maestros de la Biblia e, incluso, a las personas más espirituales les preguntáramos: “¿Cuál es la manera correcta en que los cristianos deben reunirse?”, no creo que en toda la tierra habría, o haya habido, una persona capaz de responder a esta pregunta.
En todo el Nuevo Testamento la primera vez que se dice algo con respecto a las reuniones de los creyentes es cuando, en Mateo 18:20, el Señor Jesús declaró que allí donde hayan dos o tres congregados en Su nombre, Él estaría en medio de ellos. Ésta es la única ocasión en la que el propio Señor Jesús hizo referencia a las reuniones cristianas. A lo largo de todos estos años, los cristianos han usado mucho este versículo para hablar sobre este tema; pero siempre que lo hacen, únicamente hacen notar una cosa, si bien es la más importante, a saber, que debemos reunirnos en el nombre del Señor. Sin duda alguna este aspecto es muy importante. En otro capítulo veremos qué es lo que verdaderamente significa reunirse en el nombre del Señor, pues este asunto es muy significativo. Pero ahora quisiéramos reflexionar sobre el contexto en que se halla este versículo. ¿En qué clase de situación declaró el Señor lo que se narra en Mateo 18:20? Dicho de otro modo, ¿cuál es el contexto de este versículo? Para descubrir esto, tenemos que fijarnos en el pasaje completo, comenzando en el versículo 15. Si leemos con detenimiento los versículos del 15 al 20, podremos entender por qué y cómo fue que el Señor declaró lo que se halla en el versículo 20. Examinemos estos versículos.
El Señor dijo en el versículo 15 que si un hermano peca contra nosotros, primero tenemos que ir y conversar con él y hacer todo lo posible por restaurar a dicho hermano. Si él no nos escucha, entonces tenemos que llevar con nosotros una o dos personas a fin de convencer a dicho hermano; y quizás por medio de estos dos o tres aquel hermano pueda ser ganado. Pero supongamos que este hermano rehúsa escuchar a estos dos o tres hermanos; entonces deberemos llevar el caso a la iglesia (v. 17). Sabemos que aquí la iglesia debe de referirse a la iglesia local. Esto debe de referirse a la iglesia aquí en la tierra, la iglesia en un determinado lugar; la iglesia en la localidad donde estos hermanos viven, y también debe de existir en el tiempo en que estos hermanos están también allí. Ciertamente no se refiere a una iglesia que está en los cielos, ni tampoco a una iglesia que existirá en la era venidera; de ser así, ¿cómo podrían ir a los cielos o trasladarse al futuro a fin de decírselo a la iglesia? Ésta tiene que ser aquella iglesia a la cual uno puede ir y ante la cual uno puede presentar su caso de una manera práctica. Podemos decir que mientras la iglesia a la que se hace referencia en Mateo 16 es la iglesia universal, la iglesia mencionada en el capítulo 18 es, sin duda alguna, la iglesia local, la iglesia localizada allí donde vivimos. Supongamos que este hermano que nos ofendió se negara a escuchar a la iglesia. ¿Cuál es el resultado de ello? Escuchen lo que digo: esto no es algo insignificante, pues este hermano será considerado por la iglesia como gentil y recaudador de impuestos.
Debemos detenernos aquí para considerar un asunto de gran importancia. Hermanos y hermanas, ¿se han percatado de la seriedad que este versículo reviste? Este versículo nos dice que necesitamos la iglesia, y que debemos estar en la iglesia. Si no prestamos oído a la iglesia, nos convertimos en gentiles. Es posible que yo me considere una persona muy espiritual, incluso celestial; pero si dejo de prestar oído a la iglesia, a los ojos de Dios simplemente me he convertido en un gentil, un pagano. Esto es muy grave. Observen la situación actual. Miles de cristianos están desperdigados aquí y allá, pero ¿cuántos de ellos están verdaderamente en la iglesia? Antes que vinieran a la iglesia local, ustedes eran cristianos. En cierto sentido, ustedes amaban al Señor e incluso buscaban más del Señor, pero en aquel entonces ustedes no estaban en la iglesia; aún no lograban ver la iglesia. En cierto sentido y hasta cierto grado, ustedes no se preocupaban por hacerle caso a la iglesia y, peor aún en otro sentido, es probable que incluso hayan criticado a la iglesia local adoptando una actitud rebelde, y considerándose todavía espirituales. Todos tenemos que ver que, a los ojos del Señor, si no le prestamos la debida atención a la iglesia, nos convertimos en gentiles o paganos. ¿Qué clase de persona es ésta? Es una persona que pertenece a este mundo, una persona que está en esta tierra y que no se halla edificada conjuntamente con los otros miembros de la iglesia. Dios nos escogió a nosotros, Su pueblo, para que formemos parte de la iglesia. Dios jamás tuvo la intención de escoger multitudes de individuos aislados; Su propósito es escoger un pueblo, una colectividad, una entidad corporativa que sea el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Si usted no está edificado en la iglesia conjuntamente con los otros miembros, es posible que usted forme parte de la iglesia en cuanto a su naturaleza, pero en cuanto a su posición, usted todavía sigue siendo como un gentil, un pagano. Debido a que usted ha nacido de nuevo y posee la vida de Dios, y debido a que usted ahora posee la naturaleza divina y celestial, usted ciertamente forma parte de la iglesia en cuanto a su naturaleza; pero en cuanto a su posición, está fuera de la iglesia. Independientemente de que usted posea la naturaleza celestial, en cuanto a su posición, es igual a un gentil. Este asunto es de inmensa importancia. Es algo muy grave no estar en la iglesia; es muy grave no lograr ver la iglesia; y es todavía más grave no preocuparse por oír a la iglesia.
Algunos santos muy queridos que no quisieron escuchar a la iglesia y que se consideraban mejores que la iglesia, pensando que ellos estaban en lo correcto mientras que la iglesia estaba equivocada, a la postre se convirtieron en personas miserables, no solamente en términos espirituales, sino incluso físicos. Esto no es algo insignificante. Esto no depende de una organización, ni tampoco depende de estar bajo el control de alguien. ¿Quién podría controlar tales cosas? Nadie. Esto depende de la soberanía del Señor. Cuando la iglesia dice que “no”, ustedes también deben decir que “no”. Cuando la iglesia dice que ustedes tienen que estar de acuerdo con algo, tienen que estar de acuerdo con ello. Durante los últimos treinta años no solamente aquí en los Estados Unidos, sino también en la China continental y en Taiwán, he observado una serie de casos. Sin ninguna excepción, siempre he visto que sucede lo mismo. En todos estos años, aquellos que han criticado a la iglesia o se han rebelado contra ella han terminado en una condición miserable. Pero el Señor Jesús no estaba hablando en este pasaje de rebelarse contra la iglesia; Él apenas habló de rehusarse oír a la iglesia. Esto basta para que alguien sea considerado como gentil y recaudador de impuestos. No importa cuán espiritual se considere usted se considere, si rehúsa oír a la iglesia, a los ojos de Dios usted es exactamente como un gentil.
(
Cómo reunirnos, capítulo 1, por Witness Lee)