Cómo reunirnos, por Witness Lee

LA PUNTUALIDAD

Además, al asistir a las reuniones, tienen que hacerlo puntualmente. Todo el que llega tarde a la reunión mata dicha reunión. Si ustedes toman en serio las reuniones ante el Señor, tienen que ser puntuales. Si no les es posible llegar antes de la hora señalada, por lo menos deben llegar a tiempo. Si la reunión comienza a las 7:30 p. m., y a esa hora hay apenas unos cuantos reunidos mientras que el resto recién empieza a llegar poco a poco, la reunión se verá grandemente debilitada. Tenemos que esforzarnos al máximo por evitar llegar tarde a las reuniones. Supongamos que fuésemos un equipo de baloncesto que tiene cinco miembros, pero cuando empieza el juego apenas dos están presentes. Después de cinco minutos llegan otros dos y, finalmente, después de media hora llega el quinto miembro del equipo. ¡Cuán deficiente sería aquel juego! Si hemos de jugar un buen partido, es imprescindible que todos estemos presentes antes de la hora de inicio y prepararnos para el mismo. Entonces, cuando llegue la hora de jugar, estaremos muy alertas y nos sentiremos mutuamente alentados. Cuando llegamos a tiempo a la reunión y estamos todos reunidos, esto nos anima mucho en el ejercicio de la función de nuestro espíritu. En caso contrario, ¡qué desalentador y cuán vergonzoso es cuando hay muchos que llegan tarde a la reunión! Además, para los que llegan tarde es bastante difícil desempeñar su función en la reunión. Al llegar tarde, estamos fuera de nuestro espíritu, el que siempre nos impulsa a ejercer nuestra función. Sin embargo, la puntualidad no es algo que aplicamos con rigidez legalista; el Señor sabe cuándo nos ha sido verdaderamente imposible llegar a tiempo a la reunión. En todo caso, tenemos que esforzarnos al máximo por evitar llegar tarde a las reuniones. Esto será de gran ayuda.

(Cómo reunirnos, capítulo 11, por Witness Lee)