SEGUNDA PARTE
En el último capítulo abarcamos seis principios relacionados con las reuniones, los cuales se hallan en los últimos capítulos de los Evangelios así como en los primeros capítulos del libro de Hechos. Ahora examinaremos otros ocho principios. Con base en todas las ocasiones en que el Señor Jesús se reunió con Sus discípulos después de Su resurrección podemos ver catorce principios relacionados con el tema de las reuniones.
Tenemos que comprender que después de la resurrección del Señor, incluyendo el tiempo de Pentecostés, el relato bíblico nos indica que el Señor Jesús se reunía continuamente con Sus discípulos. ¿Se han dado cuenta de que tan pronto el Señor Jesús resucitó, de inmediato se les pidió a Sus discípulos que se reunieran? En otras palabras, después de la resurrección, los discípulos de inmediato se convirtieron en personas que siempre se reúnen. Al leer Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24, Juan 20 y 21, y Hechos 1 y 2, podemos ver que lo único que hacían los discípulos era reunirse. Estoy convencido de que ellos se reunían todos los días. Ellos renunciaron a sus trabajos, entregaron sus casas y lo dejaron todo a fin de poder reunirse así. Desde la mañana del día de Su resurrección, el Señor comenzó a reunirse con ellos, no solamente con un buen número de ellos en un lugar determinado, sino también con uno o dos de ellos. En la mañana del día de resurrección, Él se reunió primero con María (Jn. 20:14-18), después con algunas hermanas (Mt. 28:8-10; Lc. 24:9-11); por la tarde se reunió con dos hermanos (vs. 13-31); y al anochecer apareció y se reunió con todos Sus discípulos (Jn. 20:19-23; Lc. 24:36-49). Desde aquel día, el Señor o ponía de manifiesto Su presencia o se ocultaba. Pero Sus discípulos se reunían continuamente. El reunirse juntos llegó a ser para ellos su vida, sus negocios y su ocupación. Ellos eran personas que siempre estaban reunidas.
En los últimos años los cristianos han prestado mucha atención a los relatos de la resurrección del Señor, mas no han sabido identificar los principios que rigen las reuniones ni los han aplicado a las reuniones cristianas de hoy. Ahora, el Señor ha abierto nuestros ojos y nos han mostrado que en todos estos relatos se hallan muchos principios en cuanto a la manera en que nos reunimos. Por tanto, nosotros tenemos que aplicar todos estos principios a nuestras reuniones actuales. Es necesario que estos principios pasen a formar parte de lo que somos. Cualquiera que sea nuestra condición y dondequiera que vayamos tenemos que aplicar estos principios, olvidando la vieja manera que corresponde al cristianismo. Necesitamos ser librados por el Señor de todas las viejas maneras de reunirnos.
Ya dije antes que en aquellos primeros días de la iglesia, Pedro y Juan, junto a los demás discípulos, pese a haber visto al Señor y a haberse reunido con Él en Su resurrección, mecánicamente continuaron frecuentando el templo. ¿Por qué lo hicieron? Porque estaban acostumbrados a ello; estaban acostumbrados a ir al templo. No podemos encontrar una sola palabra en el Nuevo Testamento instando a Pedro y a Juan a ir al templo. En principio el Señor Jesús les dijo: “Id a Galilea y allí me reuniré con vosotros”, y también “Id al monte, allí me reuniré con vosotros”. El Señor Jesús jamás les dijo que fueran al templo. Pero ésta era una práctica que estaba en su sangre. Hoy sucede lo mismo. Entre nosotros tenemos algunos templos, esto es, la vieja manera de celebrar “servicios” cristianos. No me gustaría oír la palabra servicio aplicada a nuestras reuniones, como cuando algunos tal vez digan: “Voy al servicio dominical”. Usar así este término es tergiversar su verdadero significado. El significado espiritual de la palabra servicio es el de servir al Señor. ¿Creen ustedes que en el cristianismo de hoy verdaderamente se le rinde algún servicio auténtico al Señor los domingos por la mañana? Todos tenemos que salir de aquella vieja religión y dejar atrás todo cuanto se asocia con ella. Me temo que algunos sí han salido de la religión, pero todavía llevan consigo el viejo manto religioso. No solamente tenemos que salir de la religión, sino que también tenemos que deshacernos de todos sus arreos. Quítense tales ropajes y échenlos lejos de sí. Tenemos que reunirnos de una manera actualizada y absolutamente nueva.
La nueva manera de reunirnos se halla plenamente revelada en todos los relatos de las reuniones del Señor Jesús con Sus discípulos. Después de Su resurrección, Él regresó una y otra vez para reunirse con ellos, y en los relatos sobre estas ocasiones podemos ver que Él estableció los principios que rigen las reuniones. Por medio de Sus ejemplos podemos adoptar tales principios. Ya vimos seis de estos principios, examinemos ahora el séptimo.
(
Cómo reunirnos, capítulo 4, por Witness Lee)