NO TIENE QUE VER CON LA RELIGIÓN,
SINO CON EL ESPÍRITU
En el libro de Apocalipsis, todo está estrechamente relacionado con el Espíritu. Nada tiene que ver con rituales, preceptos ni ninguna clase de religión. Si usted es silencioso o ruidoso, si lleva el pelo corto o largo, si ha sido circuncidado o no, eso no es lo crucial; antes bien, se trata de que seamos una nueva creación en el Espíritu. En esto consiste el que Cristo se forje en una humanidad resucitada. El cristianismo en su pobreza simplemente sigue a los judíos. Los judíos usaron los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento para formar su religión judía; y luego el cristianismo en su pobreza los imitó usando sus treinta y nueve libros más los veintisiete del Nuevo Testamento para formar una religión cristiana.
Hace algún tiempo fui invitado a la casa de un hermano judío. Él me dijo que cuando era un judío ortodoxo, ellos hacían todo basándose en los versículos de la Biblia. Incluso acomodaba sus zapatos de cierta manera conforme a la enseñanza de la Biblia que recibían. Ellos eran muy apegados a las Escrituras. Todo lo que hacían se basaba en sus Escrituras; sin embargo, no tenían a Cristo. Tenían el tipo, y tenían todos los versículos, pero no tenían a Cristo. Cuando Cristo vino al pueblo judío, según el punto de vista de ellos, Él hizo cosas contrarias a las Escrituras. Él no se ceñía a las Escrituras, pues no guardaba el Sábado, ni adoraba de la manera apropiada en el templo. Él hizo cosas que eran contrarias a las Escrituras que ellos tenían; sin embargo, Él era el propio Dios. Esto nos muestra que alcanzar la meta de Dios no tiene nada que ver con la religión, sino con el Espíritu Santo en nuestro espíritu.
Cuando el Señor Jesús habló con la mujer samaritana, ella le habló de religión. Pero en ese momento, ella ya había tenido cinco maridos y estaba viviendo con un hombre que no era su esposo. Así que el Señor le dijo que no se trataba de seguir una religión, sino de adorar a Dios en su espíritu: “La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y con veracidad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:23-24).
(Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, capítulo 19, por Witness Lee)