Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, por Witness Lee

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PIEDRAS PRECIOSAS, NO LADRILLOS

Ahora debemos ver algo de la edificación. Todos saben que para tener un edificio bien construido se necesitan los materiales apropiados. Es por ello que con relación al edificio de Dios se necesita urgentemente la transformación. Ya vimos que la Nueva Jerusalén es edificada con piedras preciosas (Ap. 21:19-20). Las piedras preciosas no son creadas sino transformadas. Por consiguiente, por causa de la edificación de la iglesia, todos necesitamos ser transformados. Por naturaleza, fuimos hechos de barro. Pero Dios jamás podría hacer la Nueva Jerusalén con barro. Todos los edificios de Satanás, como la ciudad y torre de Babel, las ciudades de placeres de Egipto, y Babilonia, fueron edificados con ladrillos. En la Biblia el ladrillo es el producto de la obra natural del hombre, de la labor humana realizada con barro. Pero las piedras preciosas son producto de la transformación, no de la labor humana. Todas las ciudades de Satanás fueron edificadas con ladrillos, pero la ciudad de Dios es edificada con piedras preciosas. Ninguna de las cosas naturales es apta para el edificio de Dios. Para el edificio de Dios, la transformación es necesaria.

Es claro que todos tenemos diferentes clases de personalidad. Unos actúan con rapidez y otros lentamente. Unos son humildes, y otros son orgullosos. Unos son amables y otros son duros. Sin embargo, ninguna de estas personalidades es útil para la edificación de la iglesia, pues no son más que lodo. Independientemente de cuán amoroso usted sea, su amor es un amor lleno de lodo. Su humildad está cubierta de lodo e igualmente su bondad. Todo lo natural está lleno de lodo. Es por eso que el Señor nos llevó a todos nosotros a la cruz y nos puso fin allí. La manera natural de ser de ninguno de nosotros es apta para la edificación. Todos nuestros temperamentos deben ir a la cruz. Por consiguiente, necesitamos algo nuevo, algo divino, algo celestial, algo santo y algo eterno para que se reemplace nuestra constitución natural. Es debido a esto que necesitamos la transformación. Entre los cristianos de hoy, es difícil hallar un lugar donde uno pueda oír a alguien dar un mensaje sobre la transformación. La mayoría de los mensajes habla de cómo corregirnos, cambiarnos y mejorarnos a nosotros mismos. Incluso citan 2 Timoteo 3:16, diciendo que la Biblia es útil para corregir. Pero el Señor no necesita cosas que han sido corregidas, sino cosas que han sido transformadas. Así que, por causa de la edificación de la iglesia, tenemos que experimentar la transformación. No importa cuán buenos seamos, nuestro carácter natural jamás podría ser de provecho para la edificación de la iglesia. Eso sería como edificar con ladrillos, los cuales no tienen cabida alguna en el edificio de Dios. En la Nueva Jerusalén sólo hay una clase de material: las piedras preciosas que han sido transformadas. Lo que Dios necesita es piedras preciosas transformadas para Su edificación.

(Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, capítulo 17, por Witness Lee)