Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, por Witness Lee

Más extractos de este título...

UN VASO PARA UNA PERSONA

Es por ello que las enseñanzas acerca de la vida matrimonial no funcionan tan bien. Independientemente de la clase de enseñanza que tengamos, todavía nos aferramos a nuestra propia persona. El verdadero amor significa tomar a otra persona como su persona. Si usted ama a su esposa, pero no la toma a ella como su persona, su amor no es genuino; al contrario, es un amor egoísta. Si en verdad usted ama a su esposo, lo tomará como su persona. Entonces no habrá problemas. Lo mismo sucede con respecto a la economía de Dios. No se trata de una enseñanza. La intención del Señor es forjarse en nuestro ser no sólo como nuestra vida, sino también como nuestra persona. Si simplemente fuéramos una caja, y el Señor viviente entrara en nosotros para ser nuestra persona, eso sería muy fácil, pues una caja no tiene personalidad. Pero nosotros somos cajas vivas, y muchos de nosotros tenemos una personalidad muy fuerte. Algunos somos fuertes en la mente, otros lo son en la parte emotiva y otros son fuertes en la voluntad. Por esta razón, el Señor experimenta dificultades. Pero debemos entender que el Señor nunca renunciará a Su propia persona. Debemos ser nosotros los que renunciemos a nosotros mismos. El Señor no tiene la intención de permitirnos vivir como una persona. Nosotros simplemente debemos ser el vaso que lo contiene a Él. Pero el problema es que Dios creó vasos vivos. Es por ello que al comienzo del Nuevo Testamento, el Señor Jesús nos dice que si queremos seguirle, tenemos que negarnos a nosotros mismos. Esto significa que tenemos que negarnos a nuestra persona. Seguir a Jesús significa tomarlo a Él como nuestra persona. A fin de hacer esto, sin duda alguna tenemos que negarnos a nuestra propia persona. Si todos los seguidores de Cristo se negaran a sí mismos, no sería necesario que hubiera tantas páginas en el Nuevo Testamento. Todo sería tan sencillo. Entonces realmente podríamos decir que ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Él vive; y nosotros no vivimos, pues al “yo” se le ha dado fin. Ahora lo que vive en nosotros no es solamente otra vida, sino otra persona.

(Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, capítulo 15, por Witness Lee)