PIEDRAS APTAS PARA LA EDIFICACIÓN
En el primer capítulo de Juan, Juan el Bautista presentó al Señor Jesús a la gente. Después de esto, dos de los discípulos de Juan siguieron al Señor Jesús. Uno de ellos fue Andrés, el hermano de Simón Pedro. Luego Andrés trajo a su hermano para que conociera al Señor. “Le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (v. 42). Es sorprendente que cuando Jesús miró a Simón, le diera un nuevo nombre. Esto significaba que iba a cambiarlo y a reordenar su vida para que fuera algo diferente. El Señor iba a hacer de él una piedra apta para el edificio de Dios.
Es muy notoria la diferencia entre las palabras claras de Jesús y el concepto que tienen los cristianos de hoy. No somos salvos para un propósito secundario; no, somos salvos a fin de ser piedras útiles para el edificio de Dios. Sin lugar a dudas, Simón Pedro nunca olvidó estas palabras. Es por ello que en su Epístola nos dice que nosotros somos piedras vivas para ser edificados como casa espiritual: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P. 2:5).
(Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El, capítulo 7, por Witness Lee)