EL ESPÍRITU DE DIOS LLEGÓ A SER
EL ESPÍRITU DE JESUCRISTO
El Espíritu de Dios estaba allí desde el principio (Gn. 1:1-2), pero el Espíritu como el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9), el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19), no estaba allí todavía en el momento en que el Señor habló las palabras que constan en Juan 7, porque Él aún no había sido glorificado. Jesús fue glorificado cuando resucitó (Lc. 24:26). Después de Su resurrección, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado, al cual Cristo con Su soplo se infundió en Sus discípulos la noche de la resurrección (Jn. 20:22). El Espíritu ahora es otro Consolador, pues es el Espíritu de realidad que Cristo prometió antes de Su muerte (14:16-17). Cuando el Espíritu era el Espíritu de Dios, Él únicamente poseía el elemento divino. Pero cuando llegó a ser el Espíritu de Jesucristo por medio de la encarnación, crucifixión y resurrección de Cristo, llegó a poseer tanto el elemento divino como el elemento humano, con toda la esencia y realidad de la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo. Por consiguiente, Él es ahora el Espíritu todo-inclusivo de Jesucristo como el agua viva que podemos recibir (7:38-39).
(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 3, por Witness Lee)