Espíritu y el cuerpo, El, por Witness Lee

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EMPAPADOS DE SANTIDAD

En el momento en que creímos en el Señor Jesús, cierto elemento entró en nosotros. Podemos llamar a este elemento la vida de Dios con Su naturaleza, o el Espíritu de vida. Este elemento que entró en lo profundo de nuestro ser, es santo. Entró en nosotros como la semilla de santidad, la semilla de algo distinto de todas las cosas que no son Dios. Éste es el Espíritu de santidad. La santidad no es algún tipo de conducta o comportamiento externo. La santidad es el estado o condición del elemento que fue sembrado en nuestro ser en el momento en que creímos en el Señor Jesús. Esta condición de santidad es producida por el Espíritu de Dios que mora en nosotros. La presencia de Dios el Espíritu en nosotros produce una condición en la que somos absolutamente distintos de todo lo que no es Dios. Como creyentes que somos, todos tenemos esta santidad en nosotros, pero ésta necesita empapar todo nuestro ser. Necesitamos ser saturados de esta condición de santidad. Según Romanos 1:4, este proceso de ser empapados es llamado designación. La santidad interna nos empapa y este proceso es nuestra designación. Esto es lo que nos distingue a nosotros como hijos de Dios.

En uno de los mensajes anteriores vimos que el Espíritu que mora en nosotros es el agua y el aliento. Hoy este Espíritu se mueve y opera en nosotros para saturarnos y empaparnos interiormente con la condición de santidad. Sin embargo, la mayoría de los cristianos descuida esta obra del Espíritu que mora en nosotros. Es únicamente cuando usted cesa sus actividades y pasa tiempo en la presencia de Dios y en comunión con Él que empieza a percatarse de una obra interna, un mover interno, que busca saturar y empapar su ser para apartarlo de todas las cosas que no son Dios. La razón por la cual muy pocos cristianos entienden esto es que están completamente ocupados con sus obras, actividades, deseos y esperanzas. A esto se debe que muchos cristianos se hayan alejado de esta condición interna de santidad. Sin embargo, nosotros tenemos al Espíritu de santidad en nuestro interior. Todos poseemos este estado interno y esta condición dentro de nosotros, y debemos darle la atención que merece.

(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 6, por Witness Lee)