Espíritu y el cuerpo, El, por Witness Lee

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NACIDOS DEL ESPÍRITU

Conforme a la economía de Dios, este Dios procesado, este Espíritu todo-inclusivo, debe nacer en nosotros, y nosotros debemos nacer de Él. Nuestra primera relación con este Espíritu tiene que ver con el nacimiento. Esto no es algo insignificativo. Este maravilloso Espíritu ha nacido en nuestro ser, y nuestro ser ha nacido de Él. Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En este versículo vemos dos clases de espíritu, uno de los cuales se indica con la letra mayúscula E, y el otro con la letra minúscula e. Sin duda alguna el Espíritu se refiere a este maravilloso Espíritu, y el espíritu denota nuestro ser interior. Lo que es nacido del Espíritu es nuestro espíritu. Antes de ser salvos, éramos carne. Ser salvo no sólo significa que nuestros pecados sean perdonados, que seamos redimidos, justificados y reconcilia dos con Dios. El significado de la salvación es mucho más profundo y significativo que eso. En última instancia, ser salvo significa nacer de este maravilloso Espíritu. Hoy en día ya no somos carne, sino que somos espíritu.

Al escuchar esto, quizás algunos de ustedes digan: “Hermano Lee, no se jacte a causa de todos nosotros. Incluso ahora mismo siento que todavía soy carne”. En un sentido, estoy de acuerdo con usted. Me gusta que diga esto, pues el hecho de que se dé cuenta de que todavía está en la carne indica que está bajo la misericordia de Dios. Sólo alguien que está bajo la misericordia de Dios reconoce que es carne. Todos los demás dirían que son mejores que un ángel. Así que, por la misericordia de Dios, usted reconoce que su condición es lamentable. En especial usted confiesa que es despreciable a los ojos de su cónyuge. Sin embargo, aunque se percata de que todavía es carne, ¿acaso no tiene otro sentir en su interior? ¿No siente que usted es una persona maravillosa, gloriosa, admirable y misteriosa? Dentro de esta carne hay algo divino; al menos hay una pequeña cantidad de oro. ¿No tiene dentro de usted al menos una onza de oro? En lo exterior aún podemos ser carne, pero interiormente tenemos oro. Debemos aprender a ponernos del lado de la gracia de Dios y olvidarnos de lo que somos externamente. Debemos decir: “Carne, ¡vete ya! No me interesas más ni te aprecio, pues dentro de mí hay oro”. Si usted dice esto, de inmediato será glorioso. Cuanto más hable de esta manera, más aumentará el oro en usted. Esto no tiene nada que ver con un crecimiento acelerado como el de los hongos, sino con la fe. Debemos decir: “Carne, ¡vete ya! ¡Lo que me gusta es el oro! ¡Aleluya por el oro! Me gusta vivir con este oro y en virtud de este oro”. Cuanto más usted alabe al Señor por el oro que está en usted, más se aumentará el oro poco a poco, de una onza a varias onzas.

Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Éste es un asunto muy importante. ¿Se ha dado cuenta de que usted ha nacido del Espíritu y que el Espíritu ha nacido en usted? Esto no tiene que ver con la religión ni con las enseñanzas, ni con ningún tipo de práctica; más bien, tiene que ver con el nacimiento.

(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 9, por Witness Lee)