Espíritu y el cuerpo, El, por Witness Lee

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UN ESPÍRITU PLACENTERO Y UNA UNIDAD DULCE

En el Cuerpo tanto los jóvenes, como los hermanos de edad mediana y los más ancianos, todos ellos, son uno. Cualquier disensión que haya entre los jóvenes y los hermanos de más edad es absolutamente errada, es ajena al Cuerpo. Es cierto que los santos jóvenes que sienten la carga por las universidades necesitan tener la libertad de tener sus propias reuniones, y que los de más edad no deben entrometerse ni darles sugerencias. Sin embargo, aun así necesitamos tener comunión. Los hermanos de más edad necesitan de la comunión de los hermanos más jóvenes, y los hermanos más jóvenes necesitan aún más de la comunión de los hermanos de más edad. Debemos mantener siempre una atmósfera placentera y un buen espíritu. En Los Ángeles tal vez haya tres salones de reunión, pero debe percibirse un solo espíritu placentero y una unidad muy dulce. Los jóvenes deben ser fieles yendo a las universidades por causa del testimonio del Señor, y los hermanos mayores, sin estorbar a los jóvenes, deben orar por ellos, apoyarlos, sostenerlos y fortalecerlos. Asimismo, los jóvenes deben respetar a los mayores y buscar su ayuda, sus oraciones y su consejo sabio. Si hacemos esto, la situación entre nosotros será muy placentera.

El Cuerpo es uno solo. Por muchos salones de reunión que una iglesia local pueda tener, ella sigue siendo una sola iglesia en esa localidad. La iglesia en Taipéi, por ejemplo, tiene al menos diecisiete salones de reunión. Contando únicamente a los hermanos que están cursando el último año de universidad o se han graduado recientemente, el número de jóvenes que sirven es de más de mil. Estos mil servidores están repartidos en los diecisiete salones de reunión. Sin embargo, todos ellos son uno. Hace dos años, por la misericordia del Señor, muchos de los hermanos más ancianos, quienes tenían el cargo de ancianos, diáconos y diaconisas, se retiraron de su servicio por causa del propósito del Señor. Aproximadamente ochocientos de estos hermanos mayores, muchos de los cuales habían estado en la iglesia desde principios de 1948, se retiraron para permitir que los jóvenes ocuparan su lugar en el servicio. Después de un año y medio, los jóvenes empezaron a asumir el servicio. Ellos eran absolutamente uno con los hermanos más ancianos. Respetaban a los hermanos de más edad, y los hermanos de más edad los amaban, oraban por ellos, los respaldaban y los apoyaban. Todos ellos eran uno. ¡Cuán agradable es la atmósfera de la iglesia en Taipéi! ¡Cuán maravilloso es este testimonio para toda la tierra!

(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 1, por Witness Lee)