LAS ARRAS
La unción y el sellar son las arras, el anticipo, la garantía. La palabra griega traducida “arras” tiene una historia muy interesante. En tiempos antiguos, cuando un griego compraba una parcela o un terreno, el vendedor le entregaba al comprador una caja que contenía tierra de aquella parcela. Esta caja de tierra era llamada las arras o garantía. Ésta le aseguraba al comprador que no estaba adquiriendo un mal terreno. Al recibir esta muestra de tierra, él podía estar seguro de que la tierra era rica y fértil. La muestra de tierra, el anticipo, era la garantía de que toda la tierra de la parcela era exactamente igual a la que estaba en la caja. Era la garantía de que iba a recibir una buena parcela. Dios es nuestra herencia, nuestra parcela de buena tierra. Aún no hemos poseído toda esta tierra. Lo que estamos disfrutando hoy es simplemente la caja de tierra, el anticipo. Este anticipo es las arras, la garantía, que nos asegura que se aproxima el día en que recibiremos nuestra herencia.
Toda nuestra herencia será igual al anticipo, así como todo el terreno era exactamente igual a la tierra que estaba en la caja. Por consiguiente, el anticipo es la garantía de que el disfrute pleno está por venir; es la garantía de toda la herencia, que es Dios mismo. Un ejemplo de lo que es el anticipo del Espíritu es lo que sucede cuando alguien cocina algo. Antes de servir la comida, las hermanas suelen disfrutar de un anticipo de la comida que está en la cocina. El día vendrá cuando heredaremos a Dios de una manera completa. Lo que disfrutamos de Él hoy es igual en elemento, sabor y sustancia a lo que heredaremos en el futuro cuando tendremos el disfrute pleno. La diferencia radica sólo en la cantidad, no en la calidad. Hoy estamos disfrutando del anticipo, pero esperamos con anhelo poder tener el disfrute pleno. Aunque la unción que disfrutamos hoy es muy rica y maravillosa, simplemente es el anticipo; el disfrute pleno aún está por venir.
La unción nos trae el elemento divino, el sellar imprime en nosotros la imagen divina y el anticipo nos permite experimentar el sabor divino. Ahora tenemos el elemento divino, la imagen divina y disfrutamos del sabor divino. ¡Cuán maravilloso! Día a día, el Espíritu vivificante y todo-inclusivo nos trae el elemento divino. Al mismo tiempo imprime en nosotros la imagen divina y nos permite disfrutar el sabor divino. Ahora estamos gustando a nuestro Dios, quien es nuestra herencia.
(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 5, por Witness Lee)