INVITAR A LOS JÓVENES
A NUESTROS HOGARES
Por un lado, los jóvenes que cursan el primer año de universidad están deseosos de abandonar el hogar; por otro lado, mientras viven en los dormitorios de la escuela, suelen sentirse muy solos y suelen extrañar a su familia. Ésta es una excelente oportunidad para invitarlos a nuestros hogares. Los jóvenes de la iglesia pueden invitar a otros jóvenes a los hogares de los hermanos de edad mediana y de parejas jóvenes. Todos estos hogares deben estar abiertos y dispuestos a recibir a los jóvenes. Cuando ellos vengan, sírvanles algo de comer y de beber. Esto conmoverá sus corazones. Al predicar el evangelio no necesitamos valernos de trucos. Simplemente debemos orar, predicar la palabra y abrir nuestros hogares. Es difícil pedirles a los jóvenes que vayan a las universidades y al mismo tiempo preparen sus casas para recibir a otros. Necesitamos que los más jóvenes vayan a las universidades, que los de más edad oren y que los hermanos de edad mediana preparen sus hogares. Día y noche los hogares deben estar listos.
En septiembre tenemos una excelente oportunidad para pescar a los estudiantes que recién ingresan en la universidad. Cada septiembre debiéramos pescar un buen número. Sin embargo, eso no significa que no debamos predicar el evangelio a otros. Nuestro andar diario, nuestras reuniones y nuestra vida comunal, todos ellos, son un tipo de predicación del evangelio. Dondequiera que vivamos, debemos influir en nuestra comunidad. Sin embargo, también debemos formar deliberadamente equipos que vayan a las universidades para alcanzar a los jóvenes. Si hacemos esto con mucha oración, un buen número de personas será añadido. Les propongo que septiembre sea el mes para contactar nuevas personas y que octubre sea el mes para cosechar. Durante estos meses, concentren su tiempo y su labor en recoger una nueva cosecha de estudiantes de primer año. Primero coséchenlos y luego edifíquenlos. Después de eso, podrán usarlos a ellos para ganar a sus compañeros de clase o a sus compañeros de cuarto. Debemos proceder de la misma manera año tras año. Tengo la certeza de que cada vez que hagamos esto, cosecharemos más estudiantes de primer año. No dejen perder esta oportunidad. Debemos orar y aprovechar esta excelente oportunidad. Si ganamos a los de primer año, entonces por medio de ellos ganaremos a algunos de sus padres. Al parecer, cuando los jóvenes llegan a la edad de diecinueve o veinte años, ya no escuchan a sus padres, sino que más bien sus padres los escuchan a ellos.
(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 11, por Witness Lee)