Espíritu y el cuerpo, El, por Witness Lee

Más extractos de este título...

PRESENTAR LAS VERDADES DEL RECOBRO DEL SEÑOR

Además de estos asuntos, es necesario que todos seamos adiestrados para presentar las verdades. Todos debemos aprender todo lo relacionado con el recobro del Señor de tal manera que seamos capaces de presentarlo a otros. En otras palabras, debemos aprender a presentar lo que estamos disfrutando en el recobro del Señor. Por ejemplo, muchos cristianos no saben lo que es la iglesia. Algunos piensan que es una capilla, una catedral o una edificación con una torre alta. Los domingos por la mañana muchos suelen decir que van para la iglesia. Otros dicen que su iglesia es la iglesia que está en una determinada calle, lo cual demuestra que en realidad no saben lo que es la iglesia. Por lo tanto, nosotros mismos debemos saber qué es la iglesia y luego debemos aprender a presentar las verdades de una manera agradable, convincente y atractiva. Siempre que otros nos pregunten acerca de algo, debemos estar listos para dar respuesta. En 1 Pedro 3:15 dice que debemos estar “dispuestos siempre a presentar defensa ante todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros”. Supongamos que alguien le preguntara quién es el pastor de la iglesia en Anaheim, y usted respondiera: “¡Todos son pastores!”. Ésa no sería una respuesta apropiada, pues daríamos la impresión a los demás que no queremos hablarles. Incluso una pregunta tan sencilla como ésta no es fácil de responder. A fin de dar una respuesta apropiada, debemos ejercitar tanto nuestro espíritu como nuestra mente.

Debemos aprender a presentar las cosas a las personas de una manera agradable, convincente, contundente y cautivadora. Cada vez que ellas nos hagan alguna pregunta tenemos una oportunidad para cautivarlas. Para lograr esto, debemos aprender a compartirles de una manera completa. Por ejemplo, si alguien le pregunta qué significa volverse al espíritu, ésa es una excelente oportunidad para compartirle algo y cautivarlo. Todos debemos aprender a hacer esto. Actualmente muchos de nosotros aún no somos diestros en esto. Por lo tanto, debemos aprender a hablar de manera convincente cuando otros nos hagan preguntas. Aprovechen cada pregunta como una oportunidad que tienen para atrapar un pez. Esto requiere de mucho adiestramiento. Hace treinta años yo dediqué mucho tiempo a esta clase de adiestramiento en la iglesia en mi pueblo natal, y funcionó muy bien.

Supongamos que alguien les hiciera una pregunta difícil o una pregunta tonta. No contesten de manera ofensiva. En vez de ello, respondan de una manera que calme a la otra persona. Ésta es la mejor manera de cautivar a las personas. Es posible hablar con las personas por horas sin responderles directamente su pregunta. No se molesten si les hacen preguntas tontas; más bien, aproveche esa oportunidad para inyectarles algo positivo. No dejen que nadie se vaya sin recibir una buena inyección. Algunos cristianos podrían preguntar por qué nuestras reuniones son tan bulliciosas. No diga: “Todos estamos muy emocionados porque Jesús es nuestro disfrute. Todos comemos a Jesús, y ¡el secreto es comer a Jesús!”. Algunos de nuestros jóvenes han dado respuestas similares. En lugar de responder así, respondan de una manera que ablande el corazón de la persona que ha hecho la pregunta. Mientras hablen con ella, aplíquenle una inyección. Ya sea que esté de acuerdo o no con usted, la inyección entrará en su ser.

Nuestra localidad es un estanque de peces donde podemos pescar, y todos los días estamos rodeados de peces. Es por ello que siento la carga de que todas las iglesias adiestren a los santos para presentar lo que están disfrutando. Si cada vez que alguien le hace a usted una pregunta, usted responde: “No sé”, no será una persona muy útil. Por supuesto, no es fácil decir: “No sé”. Muchos de nosotros no son capaces de decir estas palabras, no están dispuestos a decirlas o no saben decirlas. Así que, debemos aprender a decir en el momento indicado: “No sé”. Si hacemos esto, estas palabras serán muy útiles.

(Espíritu y el cuerpo, El, capítulo 11, por Witness Lee)