EL SEGUNDO PROBLEMA:
NO SENTIR LA NECESIDAD DE COORDINAR
Otro problema entre nosotros es que aunque los servidores son muy competentes, no sienten la necesidad de coordinar en su espíritu cuando se reúnen a servir. Pareciera que todos se sienten capaces de servir solos, sin los demás. Como consecuencia, muy pocos de entre nosotros tienen el espíritu de un aprendiz y el espíritu de alguien que necesita ayuda. Aquellos que realmente coordinan en el espíritu deben tener un sentir muy claro de que no pueden hacer nada sin la ayuda de los demás y sin coordinar con ellos. La manera en que actualmente coordinamos no es nada más que una simple formalidad. Cada quien realiza su parte sin necesitar de nadie más. Tal vez no discutamos entre nosotros, pero tampoco hay mucha interdependencia en espíritu. Esto muestra que nuestro espíritu de servicio no es el apropiado.
Ésta es la situación de aquellos que laboran con los jóvenes y los niños. La coordinación que tienen es muy formal; todos ellos hacen lo que deben hacer cuando les llega el turno. Esto es cooperar, no es coordinar. Coordinar significa que no podemos hacer nada sin los demás. Significa que tenemos el sentir de que necesitamos a los demás y que los demás nos necesitan. Así deben ser aquellos que sirven con los jóvenes; todo el servicio de la iglesia debe ser así. Es normal cuando los diáconos y los ancianos sienten que se necesitan mutuamente, y los santos sienten que no pueden hacer nada sin los ancianos y los diáconos.
Hoy en día tenemos reglas y arreglos. Los ancianos hacen las cosas que corresponden a los ancianos, y los diáconos hacen las cosas que corresponden a los diáconos. Todos laboran cuando es su turno. Sin embargo, en lo profundo de nuestro ser no hay el sentir de que no podemos avanzar en nuestro servicio sin los ancianos y los diáconos. Algunos hermanos no sólo no sienten que necesitan a los ancianos y a los diáconos, sino que además piensan que son innecesarios. Esto es muy peligroso.
La manifestación más grande del orgullo
Aquellos que viven en las casas de los colaboradores son muy inteligentes y capaces. Al parecer son muy independientes y no necesitan de los demás. Esto es muy peligroso, por cuanto es la manifestación más grande del orgullo. Si cuatro hermanos viven en una casa para obreros, deben depender el uno del otro, y los demás deben percibir la mutua dependencia que hay entre ellos. Lamentablemente, ésta no es la atmósfera que se respira entre nosotros. Por ejemplo, si me toca a mí predicar el evangelio, o lo hago todo yo solo o no hago nada. Desde el punto de vista humano, tal vez esto se considere coordinación; pero ésa es una coordinación basada en reglas y arreglos preestablecidos. Nadie siente en su espíritu que necesita a los demás. Aun algunos piensan que la coordinación es innecesaria e inconveniente y que sería mejor no coordinar.
Los que no sienten la necesidad de coordinar están secos, no reciben la bendición y no son útiles. El hecho de que sean tan inteligentes y competentes y que no necesiten la ayuda de los demás, representa un peligro muy serio. Ésta es una situación triste y lamentable. Lo que nos da más temor es que dicha situación está escondida y no es muy evidente. Esto puede compararse a la lepra. Si ésta se manifestara, sería más fácil de tratarla.
Esto muestra que nos hace falta la comunión del Cuerpo. Cuando nos reunimos, raras veces tenemos una comunión detallada. Por ejemplo, cuando los santos de otras ciudades visitan Taipéi, durante la reunión nos sentamos juntos; pero después de la reunión, cada uno se va por su propio camino sin tener comunión. Así no era nuestra situación en Taiwán en los primeros seis años. En aquellos años, siempre que celebrábamos una conferencia, nos reuníamos y teníamos mucha comunión. Ahora todos somos muy competentes, brillantes e instruidos y no nos necesitamos unos a otros; no sentimos la necesidad de tener comunión. Ésta es la manifestación más grande del orgullo. Es lo que más ofende al Señor y al Cuerpo. Debemos ministrar a los demás con humildad y restringir nuestra inteligencia mediante la coordinación.
Necesitamos tener comunión y coordinación
en el Cuerpo y en la vida
Si perdemos el principio de la coordinación y de la dependencia en el Cuerpo, no seremos fuertes al administrar la iglesia ni al ministrar la palabra. Una vez perdido este principio, no recibiremos mucha bendición. Nuestra coordinación no debe volverse mecánica, ni debemos laborar únicamente cuando sea nuestro turno hacerlo. Nuestro sentir debe ser que no podemos hacer nada sin los demás y que realmente nos necesitamos unos a otros. Si nos reunimos y asignamos tareas, y cada quien realiza únicamente su propia tarea, nuestra condición será semejante a la del departamento laboral de una organización cívica o de una gran institución. Esta falta de “sabor de coordinación” entre los miembros del Cuerpo necesita ser solucionada.
¿Qué significa ver el Cuerpo? El mayor indicio de que hemos visto el Cuerpo es que no podemos actuar de manera independiente. Sentimos que necesitamos al Cuerpo, que necesitamos a los hermanos y hermanas. En la actualidad, sin embargo, nuestra coordinación es comparable a la labor de una organización. Tal parece que nos movemos como una máquina y que nos falta el sentir de la comunión de vida.
(
Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La, capítulo 2, por Witness Lee)