TODAS LAS DIFICULTADES Y PROBLEMAS
SON CAUSADOS PRINCIPALMENTE
POR EL INDIVIDUALISMO
Hay un asunto que me preocupa profundamente. Después de escuchar el compartir de un hermano, algunos vinieron a mí y se quejaron diciendo que él estaba atacando a otros en su hablar. Cuando un hermano da un mensaje, su propósito debe ser edificar a los oyentes. No creo que ninguno de los hermanos imparta una enseñanza herética al compartir un mensaje. Además, nunca se debe usar un mensaje para atacar a otros. Si al laborar nos mueve un motivo personal, no estamos llevando a cabo la obra de edificación. Los santos son sencillos como los niños. Los hermanos deben cooperar con Dios a fin de hablar de parte de Dios con miras a edificar y no a derribar. Los hermanos que ministran la palabra no deben brindar ayuda con una mano y con la otra transmitir gérmenes. De otro modo, edificarán espiritual e individualmente a los santos, pero al mismo tiempo les harán daño. Esto causaría que el edificio corporativo se derribe.
Después de escuchar a un hermano joven dar un mensaje, algunos han venido a verme para cuestionar su mensaje. Esto indica que existe una “espina” en su obra, la cual causa que los hermanos se sientan incómodos. Podemos pensar que hemos hecho nuestro trabajo sin estar conscientes de que existe una “espina” en nuestra obra. Esta clase de labor no es beneficiosa. Nuestros mensajes jamás deben atacar a otros; todos deben transmitir algo positivo. Nuestro hablar debe impartir vida. No debe causar que los demás comparen, critiquen ni juzguen. La meta de nuestro compartir es la edificación. Por lo tanto, no debemos dar a los santos la impresión de que nuestro hablar es más elevado que el de otros. En lugar de eso, los santos deben recibir la impresión de que lo que hablamos está en armonía con lo que hablan los otros hermanos. Los santos no deben recibir la impresión de que un hermano está atacando a otro cuando comparte un mensaje. Aunque los hermanos que comparten hablen desde distintas perspectivas, ellos son uno. Por tanto, debemos procurar compartir palabras que edifiquen. Esto requiere que seamos quebrantados y edificados con otros. De otro modo, no nos será posible llevar a cabo la obra de Dios. Éste es un asunto solemne.
Aunque las iglesias locales están establecidas sobre el terreno apropiado, es aparente que entre ellas se practica un gobierno independiente. No debe existir un sabor localista; más bien, deberíamos tener un sólo sabor, el sabor de Cristo. Por ejemplo, si vamos a Kaohsiung, deberíamos sentir que somos simplemente la iglesia en Kaohsiung. Un creyente puede estar solamente en una localidad y debe estar en pro de la edificación en esa localidad.
Sin embargo, esto puede causar otro problema si una iglesia local no está dispuesta a tener comunión con las demás iglesias. Cuando diferentes localidades estaban siendo establecidas por el Señor, los hermanos no sabían cómo administrar dichas iglesias y ellos confiaban en otras iglesias locales. Por ejemplo, las iglesias en Tainán y Kangsán dependían de la iglesia en Kaohsiung. Después de progresar un poco, empezaron a cuidarse por sí mismas, y dejaron de depender de la iglesia en Kaohsiung. Aunque ellas no pelean, argumentan ni disputan con la iglesia en Kaohsiung, ciertamente practican el gobierno propio. Aquellos que están en Kaohsiung son capaces de partir el pan con ellos, pero existe un sentir de independencia. Aun no existe edificación entre los santos. La carencia de edificación entre las iglesias locales es el resultado de la falta de edificación entre los santos.
Muchas veces los hermanos que laboran en la obra de los jóvenes no dependen unos de otros en lo que concierne a la vida divina. Esto es muy desalentador. Ellos son muy listos y capaces, y sienten que es más eficaz trabajar solos. Sin embargo, este tipo de labor individualista no produce ningún resultado. Aunque tal vez no peleen ni argumenten entre sí, son incapaces de laborar juntos y servir al Señor en unanimidad. Por consiguiente, no reciben bendición.
No podemos engañar a nadie en cuanto a nuestra verdadera condición. Cuando otros tocan nuestro espíritu, pueden darse cuenta de nuestra verdadera condición y se percatan cuando estamos siendo deshonestos con ellos. Los responsables en la obra de los jóvenes poseen un espíritu que no está dispuesto a cooperar con nadie. Dicen que necesitan a los demás y que no pueden actuar en forma independiente; no obstante, en su corazón desean no tener que laborar con nadie más.
Si deseamos recibir la bendición del Señor y contar con Su presencia, y si queremos que otros sean edificados en términos de su crecimiento espiritual, necesitamos aprender a ser edificados juntamente con los demás. Debemos llevar a cabo una obra que se encuentre en la posición, la atmósfera y el espíritu propios de la edificación. Sólo entonces nuestra obra tendrá el resultado que Dios busca y que Él desea bendecir. Si hemos recibido tal iluminación, seguramente nos postraremos delante de Dios, y diremos: “No puedo vivir independiente de los demás. Necesito ser edificado con otros sin importar cuán espiritual sea”.
(
Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La, capítulo 5, por Witness Lee)