Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

TOMAR CUIDADO DE LOS SANTOS NECESITADOS

Dos hermanos occidentales, uno de los cuales era doctor, estuvieron entre nosotros por algún tiempo, pero su obra no trajo grandes beneficios. Ellos tenían el deseo de servir con los santos, pero nos percatamos de que no obtuvieron mucho fruto, ni fueron capaces de beneficiar a los demás hermanos. Su carencia de resultados estaba relacionada con la obra de edificación de la iglesia. Tuvimos el sentir de que su participación en el servicio resultaría en una gran pérdida para la edificación de la iglesia. En torno a este asunto, aquellos que sirven al Señor nunca deben caer en chismes ni ser descuidados en sus conversaciones. De hecho, nuestro contacto con esos dos hermanos, en vez de edificar la iglesia, suscitó muchos problemas.

Según nuestra perspectiva, la raíz de los problemas se debía a que no conocíamos cabalmente qué clase de personas eran estos hermanos. Tampoco sabíamos a ciencia cierta lo que ellos podían hacer ni cuál podía ser el resultado de su obra. Todos aquellos que tenían contacto con ellos caían en confusión y tenían poca claridad. Los hermanos ayudaron a muchos santos apoyándolos con tratamientos médicos gratuitos y en ocasiones pagando sus gastos de hospital; no obstante, su obra finalmente resultó en daño para la iglesia en lugar de resultar en edificación.

Un día mi esposa y yo fuimos a visitar al hermano que era médico, y en el camino nos encontramos a una hermana cuyo hijo había contraído tuberculosis y había sido operado en dos ocasiones por este hermano médico. Esta hermana sentía que era la misericordia del Señor que el hermano médico sólo le hubiera cobrado la mitad del costo de la primera operación y la segunda operación la hubiera hecho libre de costo. Por un lado, este hermano ciertamente fue muy amable al tomar cuidado de los pobres, y por otro, los hermanos que él atendía le estaban agradecidos; pero no ganaron más de Cristo en tal experiencia. Así que, esta experiencia no obró para la edificación de la iglesia. Además, aquellos a quienes ayudó no fueron mejorados en cuanto a su persona, sino que sentían que eran inferiores a dicho hermano médico y a los hermanos responsables de la iglesia. Por consiguiente, lo que este hermano hacía, aunque lo hacía en amor, en lugar de edificar la iglesia, la derribaba.

Si este hermano realmente hubiera tenido la carga de ayudar materialmente a los santos, él podía aun haber aceptado el pago de la consulta médica, y quizá habría sido guiado por el Señor a depositar algo en la caja de las ofrendas. De esta manera los hermanos y hermanas habrían recibido la ayuda directamente de parte de Dios. Así, ellos no tendrían el sentimiento de haberse rebajado ante ningún hombre; ni tendrían el sentir de haber recibido la ayuda de manos de un hombre o de la iglesia. Ellos simplemente sentirían que Dios mismo los había visitado. Esto realmente edificaría en ellos un noble carácter.

Si cuando ayudamos a los hermanos o hermanas les causa sentirse inferiores o sentir que son deudores nuestros, estaremos derribando la iglesia en vez de edificarla. Nuestra ayuda nunca debe causar que otros se sientan agradecidos con nosotros. En otras palabras, ellos nunca deben sentirse inferiores que nosotros. No deben sentir que son nuestros beneficiarios. Si causamos tal sentir en ellos, nos convertimos en una organización de caridad y no en una iglesia. Los santos no deben sentir simplemente agradecimiento hacia nosotros, hacia la iglesia o hacia los ancianos. Debemos siempre conducirlos a Cristo; únicamente esto resulta en la edificación de la iglesia.

Si tenemos una actitud de dar limosnas, de mostrar lástima o de ayudar a los santos pobres, estaremos corrompiendo la iglesia del Señor. Aunque la hermana cuyo hijo había contraído tuberculosis agradecía repetidamente y alababa al Señor, todo su ser ya se había corrompido. En su situación degradante, ella se volvió dependiente de otros e incluso supeditada a ellos. Aquellos que siempre reciben ayuda de los demás no pueden ser edificados en su carácter, ni puede ser edificada la iglesia. En este respecto, estos dos santos occidentales verdaderamente necesitaban recibir una comunión de nuestra parte. Sin embargo, no fuimos capaces de ayudarles en este asunto. Esto demostró que no tenemos discernimiento acerca de tales asuntos. Además, debido a esta carencia, nuestra obra aquí no puede edificar la iglesia.

Siempre que tomemos cuidado de los hermanos o hermanas en necesidad, debemos considerar si lo que hacemos servirá para edificarlos o derribarlos. Esto dependerá de nuestra capacidad para discernir cada asunto.

(Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La, capítulo 8, por Witness Lee)