COMISIONADOS EN UN MONTE
Al final de los Evangelios de Mateo y de Juan, descubrimos un hecho bastante significativo. En el último capítulo de Mateo, Jesús se reunió con Sus discípulos en un monte, en el lugar que El había designado. En la Biblia, los montes siempre representan algo elevado sobre la tierra, una esfera de autoridad para el reino de Dios. Esta es la razón por la que el Señor Jesús, en el monte que había designado, dijo a Sus discípulos que toda autoridad en los cielos y en la tierra le había sido dada. Al hacer esto, El les confirió Su autoridad y les dijo: “Por tanto, id”. “Por tanto” significa que El nos ha conferido la misma autoridad que le fue dada a El, y con esta autoridad debemos ir y hacer discípulos a las naciones. Esto no se refiere simplemente a la predicación del evangelio, sino al ejercicio y ejecución de la autoridad otorgada al Señor Jesús en la tierra y en el cielo. No se trata de la propagación de un evangelio elemental, que salva a las personas del infierno y las conduce al cielo, sino de hacer discípulos a las naciones, bautizándolas en el nombre del Dios Triuno. A menudo, cuando nos referimos a ciertas personas decimos: “Son cristianos de nombre, pero no tienen la realidad”. En nuestro concepto humano separamos el nombre de la realidad. No obstante, en la Biblia, el nombre denota la realidad misma. Bautizar a las personas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, significa bautizarlas en la realidad del Dios Triuno. Esta es nuestra comisión. Debemos hacer discípulos a “las naciones” (los gentiles), e introducirlas en la realidad del Dios todo-inclusivo. Esto finalmente da como resultado el reino de los cielos; en dicho reino nosotros, al funcionar como sacerdotes, debemos enseñar a estas naciones a observar todas las cosas que El nos ha mandado, es decir, enseñarles a ser ciudadanos del reino celestial. En cuanto a esto, el Señor Jesús dijo que El estaría con nosotros todos los días hasta la consumación de este siglo, ya que el reino de los cielos está entre nosotros.
Actualmente, el Cristo resucitado desea comisionarnos con Su autoridad, a fin de que llevemos la responsabilidad de hacer discípulos a los paganos, y los introduzcamos en la realidad del Dios Triuno. De esta forma se establece el reino de los cielos en la tierra. Y así tenemos la seguridad de que Jesús, el Dios-hombre, el Redentor resucitado, el Cristo todo-inclusivo, está siempre con nosotros.
Puede ver cuán lejos está todo esto de la religión. ¿Tiene la certeza de que este Cristo está con usted hoy mismo? Si es así, debe estar animado y decidido a cumplir con Su comisión. Debemos exultarnos con este hecho, al grado de salir a la calle y asir a la gente, diciéndoles: “Amigos, deben darse cuenta de que Jesús, el Cristo resucitado, está conmigo, y de que El posee toda autoridad tanto en los cielos como en la tierra”. ¿Se ha exultado a este grado alguna vez? Temo que seamos demasiado religiosos y callados. Si en verdad usted tiene a Cristo consigo, ¿cómo puede estar tan silencioso?
En Mateo capítulo veintiocho los discípulos precedieron al Señor al monte. “Y los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había indicado” (v. 16). Fueron a dicho monte, y finalmente el Señor llegó. El Señor Jesús no se anticipó y los esperó, sino que ellos llegaron primero a dicho monte y lo esperaron a El. En aquella ocasión, ellos estaban en un nivel elevado.
Pero después de Mateo 28 llegamos a Juan 21. El nivel alto de ellos no duró mucho, pues pronto descendieron del monte. Debo confesar que me gusta más Juan 21 que Mateo 28, porque mi experiencia me ha enseñado que no siempre estoy en un nivel tan elevado. A menudo no estoy en Mateo 28, sino en Juan 21. En Mateo 28 tenemos el monte, mientras que en Juan 21 estamos a la orilla del mar. ¿En qué nivel se encuentra usted en su experiencia actual, en el monte o a la orilla del mar? Si es honesto, tendrá que admitir que se encuentra a la orilla del mar. La orilla del mar en Juan capítulo 21 no era un lugar muy bueno; no era el lugar designado por el Señor. El Señor designó el monte, no la orilla del mar. El mar era el lugar al cual los discípulos se desviaron. Pedro tomó la delantera de ir al mar, y todos los demás fueron tras él; ésta fue su propia decisión.
En Juan 21 la pesca no tiene un significado positivo, sino negativo. Si usted ha venido a este país o va a otro lugar con el único fin de ganarse la vida, esto es semejante a la pesca de Juan 21. Usted no se preocupa por la comisión del Señor, sólo le interesa su propia subsistencia. En Mateo 28 el Señor le dio a usted una comisión, pero usted no pudo soportar la prueba, así que abandonó la comisión de El para ocuparse de su subsistencia personal. Usted ha dicho como Pedro: “Voy a pescar”.
La preocupación de la gente por ganarse la vida proviene de la ley natural. Dios creó al hombre, y éste lucha por vivir; por tanto, Dios ha preparado las cosas necesarias para que el hombre subsista. Trabajar para sobrevivir es correcto, pero como hijos de Dios y discípulos de Jesús, quienes hemos sido comisionados con Su autoridad, no deberíamos estar aquí sólo para asegurarnos de nuestra subsistencia. ¿No cree? Más bien, debemos estar aquí para llevar a cabo la comisión que el Señor nos dio en Mateo 28. No estamos aquí sólo para pescar, sino para edificar la iglesia.
Ya hemos visto cómo los discípulos pescaron durante toda la noche sin obtener ningún resultado. Luego, en la madrugada, el Señor Jesús estaba allí. Esto es muy interesante. En el relato de Mateo, en la cima del monte, los discípulos esperaron al Señor, pero aquí, a la orilla del mar, El los estaba esperando a ellos. Estoy convencido de que El Señor ya estaba en el mar cuando Pedro y los demás fueron allí. El siempre estaba con ellos: en todo lugar y en todo momento, en una casa o al aire libre, en la cima de un monte o a la orilla del mar. Cuando ellos echaron la red, El estaba allí. De hecho, El estaba dirigiendo todo para que no pescaran nada. Este asunto no dependía de ellos, sino de Jesús. Luego, El se manifestó a ellos y les mostró que ya había preparado la comida y que ésta ya estaba guisada.
Si nuestra consagración a la comisión del Señor es genuina, El se ocupará de nuestras necesidades cotidianas. Tal vez no tengamos trabajo, pero no nos faltará el pan. En la actualidad, la gente se preocupa demasiado por el desempleo, pero nosotros debemos olvidarnos de ello. Este asunto no tiene nada que ver con nosotros, pues no estamos aquí para obtener nuestra subsistencia. Por más peces que obtengamos, no dependemos del mar, sino del Cristo vivo: El tiene todos los peces en Su mano. Los incrédulos no tienen a Cristo, así que dependen del mar; pero nosotros no somos así. Si usted es mundano, debe preocuparse por su subsistencia y confiar en su empleo. Pero si usted es uno de los discípulos comisionados por el Señor Jesús, olvídese de su subsistencia. Sea honesto y fiel a la comisión de El, y se ahorrará incluso la tarea de cocinar. El Señor le dirá: “Ven y come”. No se preocupe por la comida; El se encargará de eso.
(
Cristo es contrario a la religión, capítulo 9, por Witness Lee)