LA VIDA ES INCOMPATIBLE CON LOS REGLAMENTOS
Cuando Juan el Bautista vino, no comía ni bebía. Su comportamiento era totalmente opuesto a la religión y a la cultura humana. Por esta razón, los fariseos y los escribas, o sea, los religiosos, juzgaron que él tenía un demonio. Ciertamente Juan era una persona extraña, a quien nadie entendía; por tanto, ellos decidieron que tenía un demonio. Pero entonces vino Jesús, que comía y bebía, y los religiosos dijeron: “Miren, este hombre no parece hacer otra cosa que comer y beber”.
Si algún reglamento nos prohibiera comer y beber, resultaría una carga muy gravosa. Por otra parte, si otro reglamento nos obligara a comer y a beber más de lo necesario, esto también representaría una carga muy gravosa. Sin embargo, para nosotros, los hijos de sabiduría, este no es un asunto concerniente a comer y beber, ni de abstenerse de ello, sino absolutamente un asunto de vida. Prestemos atención a las palabras del Señor en el versículo diecinueve de este capítulo: “La sabiduría es justificada por sus hijos”. Aquí debe impresionarnos la palabra “hijos”, la cual nos muestra que éste es un asunto de vida. No somos estudiantes de la sabiduría, sino hijos de ella. No nos preocupa tanto el conocimiento de la sabiduría, pero sí nos interesa llevar una vida de sabiduría. ¿Qué es la sabiduría? ¡Cristo! Somos los hijos de Cristo; tenemos Su vida, por tanto, tenemos la vida de sabiduría. Para nosotros la vida cristiana no es un asunto de reglamentos, de hacer esto y aquello o de no hacerlo; más bien, es un asunto de vida. Si tengo sed, puedo beber; puedo beber poco a poco o beber una gran cantidad de agua de una vez. No existe ninguna ley al respecto, todo depende de la vida. No me pregunte por qué tomo agua; pues mi respuesta será: simplemente porque tengo sed. Cuando tengo sed, no me prohiba saciarla. Cuando no tengo sed, no me obligue a beber. No me pregunte por qué como, pues lo hago simplemente porque tengo hambre. Tampoco me pregunte por qué no como; no lo hago sencillamente porque no tengo hambre. ¿De qué depende esto? Depende absolutamente de la vida. Esta es la manera de obtener descanso. Las normas y reglas son sólo cargas pesadas de llevar, y Jesucristo dijo: “Venid a Mí todos los que trabajáis arduamente y estáis cargados, y Yo os haré descansar”.
¡Aleluya, no hay más reglamentos! ¿Tiene usted hambre? Entonces ¡coma! ¿Tiene usted sed? ¡Beba! Si no tiene hambre ni sed, simplemente no coma ni beba. Como podrá ver, mientras no existan reglamentos, somos libres y tenemos descanso.
Todos los reglamentos de la religión son las cargas pesadas que menciona el versículo 28. Esta es la razón por la que el Señor Jesús exclamó: “Venid a Mí todos los que trabajáis arduamente y estáis cargados”. Usted no necesita laborar. Olvídese de los reglamentos —de comer o no comer, de beber o no beber— olvídese de todo eso. Comeré cuando sea conveniente y no lo haré cuando no lo sea. Cuando tenga sed beberé, y cuando no tenga sed, simplemente no beberé. ¡Aleluya, no hay más reglamentos! Esto es Cristo, quien es incompatible con la religión. Jesús dijo: “Mi yugo es fácil” (11:30). En el original griego, el significado de la palabra fácil es “agradable” o “suave”. En otras palabras, Jesús dijo: “Mi yugo es flexible”. Cuando usted tiene hambre, come, y cuando no tiene hambre, simplemente no come. Su yugo es flexible, Su yugo es agradable, Su yugo no es rígido.
(
Cristo es contrario a la religión, capítulo 3, por Witness Lee)