EN ROMANOS
Hemos seleccionado dos versículos de la Epístola a los Romanos, uno del capítulo dos y otro del capítulo siete. En Romanos 2:29 leemos que nuestra necesidad no tiene que ver con algo religioso ni exterior, sino con algo interior, en nuestro espíritu; este versículo dice: “Sino que es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra...” En otras palabras, este versículo nos muestra claramente que debemos estar en el espíritu, y no sólo en la letra de las Escrituras. El apóstol Pablo es quien escribe esto. Supongamos que no existiera tal versículo en la Biblia, y que yo les enseñara que debemos estar en el espíritu y no preocuparnos tanto por la letra de las Escrituras; pienso que ustedes me apedrearían hasta que muriera. ¡Aleluya, el apóstol Pablo tomó la iniciativa! Esta enseñanza no es mía; yo solamente la cito. No soy más que un seguidor insignificante; el apóstol Pablo es mi salvaguarda. Si quieren apedrear a alguien, deben empezar por él. Tengo una base bíblica sólida para afirmar que necesitamos estar en el espíritu, y no simplemente tener la letra de las Escrituras. ¿Quién puede contradecir esto? No interpreten mis palabras equivocadamente: no estoy diciendo ni jamás he dicho que no debemos prestar atención a las Escrituras. Más bien, estoy diciendo que debemos obtener algo en el espíritu, y no meramente conforme a la letra de las Escrituras. Lo que necesitamos es al Cristo viviente, y no solamente lo blanco y negro del código escrito. Este es el principio que afirmamos al decir que Cristo es incompatible con la religión.
Ya hemos visto que el Cristo que disfrutamos es ahora el Espíritu vivificante, quien mora en nuestro espíritu y es uno con él: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con El” (1 Co. 6:17). Cuando decimos que debemos estar “en el espíritu”, nos referimos a este maravilloso Espíritu mezclado. En este espíritu tenemos al Señor Jesús como Espíritu vivificante. Tener meramente la letra de las Escrituras equivale a ser un religioso. A los religiosos no les interesa Cristo, lo único que les interesa es la letra impresa. En los evangelios vemos al Cristo viviente frente a los religiosos, pero a ellos lo único que les interesaba era la letra de las Escrituras. En el capítulo siete de Juan los religiosos preguntaron, estando Cristo frente a ellos: “¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén...?” Por una parte, ellos se apoyaban en la Biblia, y por otra, estaban en la presencia del propio Cristo. Sin embargo, se preocupaban más por su Biblia que por el Cristo viviente. ¿Cree usted que la situación del cristianismo actual sea diferente?
Hace más de cuarenta años estuve con un grupo de cristianos que dedicaban mucho tiempo al estudio de la Biblia. Nunca había conocido personas tan familiarizadas con la enseñanza de la Palabra. Un miembro del grupo era llamado “la concordancia viviente”. Más tarde, algunos de nosotros empezamos a tener experiencias vivas de Cristo. Oímos al Señor hablándonos directamente a nuestro espíritu. Cuando oyó esto el hermano que llevaba la delantera en ese grupo, quien era un hermano mayor que conocía la Biblia perfectamente, quedó muy sorprendido y preguntó: “¿Qué significa esto? La palabra de Dios se ha cumplido totalmente, desde Génesis hasta Apocalipsis. Si alguien quiere oír a Dios, debe estudiar Su Palabra. Dios ha completado cabalmente la Biblia y ya no habla directamente al hombre”. Este era el concepto de dicho grupo. Para ellos, todo aquel que oía una palabra viva de Dios aparte del estudio de la Biblia, era un hereje. Me molestó la actitud de este hermano líder. Sin embargo, dentro de mí había algo que me fortalecía y me daba la certeza de testificar y proclamar que es completamente normal que el Señor hable directamente al espíritu de los creyentes. Todo esto muestra la condición en que se encuentra el cristianismo: ciertamente les interesa la Biblia, pero no así la persona de Cristo; se preocupan por la doctrina acerca de Cristo, pero no les interesa el Cristo vivo y presente.
Leamos Romanos 7:6 “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto a aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos en la novedad del espíritu y no en la vejez de la letra”. Ahora sabemos a lo que se refiere aquí la palabra “letra”: se refiere a la palabra escrita. Ahora debemos servir al Señor viviente en la novedad del espíritu, y no según la vejez de la letra. Puedo decir con atrevimiento, como un seguidor insignificante del apóstol Pablo, quien fue el hombre más atrevido y viviente, que no servimos más en la vejez de la letra, de la Palabra escrita, sino en la novedad del espíritu. ¿Por qué afirmamos esto? Porque en nuestro espíritu tenemos a Cristo, mientras que en la letra escrita sólo tenemos la religión. Tenemos que reconocer que Cristo es contrario a la religión.
¿Qué significa ser religioso? Simplemente es tener una buena base bíblica, ser fundamentalista, pero sin la presencia de Cristo. Si no tenemos Su presencia, por mucho fundamento bíblico que tengamos, seremos simplemente religiosos. En estos versículos de Romanos, Pablo demuestra firmemente que Cristo es incompatible con la religión. Ahora nuestro servicio, labor y vida deben centrarse en el espíritu, y no sólo conformarse a la palabra escrita. Sé que es muy atrevido decir esto. Tal vez me acusen de herejía, diciendo que aparto a la gente de la Biblia. Sin embargo, analicen estos dos versículos, Romanos 2:29 y 7:6. Si lo hacen, descubrirán que en ellos, la palabra “letra” se refiere a las Escrituras. No hay duda al respecto. Cristo es contrario a la religión; El contradice a la letra escrita. Puede ser que el código escrito nos dé la razón, pero a pesar de ello, podemos errar al blanco y perder a Cristo, tal como los fariseos y los escribas de aquel tiempo. Debemos estar alertas y no prestar demasiada atención al código escrito. De otra manera, es muy probable que erremos al blanco en cuanto a la persona de Cristo. La única forma de no caer en ello, es contemplar “a cara descubierta la gloria del Señor” (2 Co. 3:18).
(
Cristo es contrario a la religión, capítulo 11, por Witness Lee)