Cristo es contrario a la religión, por Witness Lee

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DOS LLAVES: EL ESPIRITU Y LA PALABRA

Primero vimos que Cristo es nuestra felicidad; luego, que El es nuestro descanso; posteriormente, dijimos que El nos da la ley y que predice; y finalmente, vimos que El nos imparte vida. ¡Qué rico es todo eso! No obstante, ¿cómo podemos tocar a este Cristo? ¿Cuáles son las llaves para abrir todas estas puertas? El dijo: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo”; pero ¿cómo podemos disfrutarle? ¿Cómo podemos tener contacto con El? Existen dos llaves: el Espíritu y la Palabra.

Leamos el versículo más precioso del capítulo tres de Juan, el versículo 6: “...lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Leamos ahora el versículo más precioso del capítulo cuatro, el versículo 24: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Ambos pasajes mencionan dos espíritus: uno escrito con mayúscula, y el otro con minúscula. Sabemos que el espíritu con mayúscula alude al Espíritu Santo, y que el espíritu con minúscula se refiere a nuestro espíritu humano. ¡Cristo significa tanto para nosotros! El lo es todo, pero debemos entender que El es el Espíritu. El es el Espíritu vivificante. Este Cristo maravilloso que ahora es el Espíritu, está en nuestro espíritu, y ambos espíritus, el divino y el humano, se han mezclado como un solo espíritu. “...Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Pero al pasar por los capítulos tres y cuatro de Juan, al llegar a los capítulos cinco y seis, se añade algo más. En el capítulo cinco podemos leer: “El que oye Mi palabra” (v. 24), y “...los muertos oirán la voz del Hijo de Dios...” (v. 25). Por tanto, no tenemos sólo al Espíritu, sino también la Palabra.

(Cristo es contrario a la religión, capítulo 7, por Witness Lee)