Cristo es contrario a la religión, por Witness Lee

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EL CAPITULO DIEZ INTERPRETA AL NUEVE

El capítulo diez de Juan está relacionado con el capítulo nueve; no se trata de dos relatos separados, sino de uno solo, en dos capítulos. En el capítulo diez, el Señor Jesús dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (v. 10). A menudo hemos citado este versículo aisladamente, sin tomar en cuenta su contexto. Pero ahora, al unir estos dos capítulos, vemos cómo el Señor nos imparte vida. El hombre ciego se encontraba allí y estaba necesitado; era simplemente un hombre hecho de barro, y el Señor Jesús lo sanó. El Señor le recobró la vista con el elemento que salió de Su boca, al escupir en tierra y mezclar Su saliva con dicha tierra. El hombre ciego fue ungido y sanado con ese ungüento extraño. Sin el capítulo diez, resultaría bastante difícil entender lo que significa esta mezcla de la saliva del Señor con el barro. Pero este capítulo nos da la interpretación, al mostrar que mediante esa mezcla, el Señor impartió vida en aquel ciego: algo salió de Jesús y entró en el ciego, mezclándose con él. Lo que el Señor hizo en el capítulo nueve constituyó una señal, la cual representa una realidad espiritual. El Señor Jesús vino a impartirnos vida mediante algo que sale de Su boca y que se mezcla con nosotros. Cuando llegamos al capítulo veinte de este evangelio, vemos cómo el Señor Jesús, después de Su resurrección, fue a Sus discípulos y sopló en ellos. En cierto sentido este soplo fue una clase de saliva. Algo salió de Su boca y entró en Sus discípulos, mezclándose con ellos como lo hizo con el barro. Se trata de la vida que El imparte. La vida es el soplo del Señor, el cual entra en nosotros y se mezcla con nuestro ser. Por medio de dicha vida recibimos la vista.

(Cristo es contrario a la religión, capítulo 8, por Witness Lee)