Cristo es contrario a la religión, por Witness Lee

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TRES ETAPAS DE UNA SOLA EXPERIENCIA

Ahora llegamos a los capítulos dieciseis y diecisiete de Mateo, donde vemos tres secciones: capítulos 16:13-19; 17:1-9; y 17:24-27. Si usted ora-lee estas tres secciones con atención, se dará cuenta de que presentan tres etapas de una sola experiencia. Si queremos experimentar la esfera espiritual, necesitamos estas tres etapas. ¿A qué etapas nos referimos?

En la primera sección, en el capítulo 16:13-19, el Señor usó el término “reveló”, cuando dijo: “...no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos” (v. 17). Esto significa que la revelación es la primera etapa por la que debemos pasar para experimentar algo del Señor. La revelación es más que un simple conocimiento y entendimiento; es la comprensión de algo en lo profundo de nuestro ser. En este pasaje, formado por estos dos capítulos, Pedro y los demás discípulos recibieron una revelación. Luego, en la segunda sección, en el capítulo 17:1-9, el Señor mencionó la palabra “visión”. En el versículo nueve dice: “Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de los muertos”. Esto indica que para experimentar algo de Cristo, la segunda etapa: la visión, es más profunda que la revelación. ¿Cual es la diferencia entre revelación y visión? En griego, la palabra “revelación” significa quitar el velo. Cuando se corre el velo que cubre un objeto, podemos ver dicho objeto: esto es una revelación. No obstante, puedo quitar el velo sin que entre la luz. Además, podría quitar el velo, pero tal vez usted haya nacido ciego. Por tanto, necesitamos la revelación, el correr de velo, pero también necesitamos la luz y la vista. Entonces recibimos la visión. No solamente necesitamos una revelación, sino también una visión.

En todos estos mensajes mi propósito es quitar los velos. Quito uno tras otro. En el último mensaje les quité un velo, y en este mensaje les quitaré otro. Deseo que puedan ver esta persona maravillosa; así que, quitaré velo tras velo. Tal vez usted piense que en cuanto los velos desaparezcan, podrá ver perfectamente. Pero yo sólo puedo quitar los velos; no puedo hacer que la luz resplandezca sobre usted. La luz viene de los cielos, de Dios mismo, quien manda que la luz resplandezca en las tinieblas. Yo no puedo hacer eso, pues no soy Dios. Pero si usted recibe la misericordia de Dios, la luz resplandecerá inmediatamente. Sin embargo, usted aún necesita algo más: la vista. No requiere solamente la luz, sino también la vista. La visión surge de estos tres elementos en conjunto: el correr de los velos, la luz y la vista.

Si queremos experimentar a Cristo, el primer paso necesario consiste en obtener revelación. Después necesitamos recibir una visión. Sin embargo, aún después del segundo paso, todavía no tenemos la verdadera experiencia. Por lo tanto, debemos examinar la tercera sección de estos dos capítulos, que se encuentra en el capítulo 17:24-27, donde podemos ver la aplicación. La aplicación es la tercera etapa. Después de la revelación, necesitamos la visión, y después de la visión requerimos la aplicación. Primero debemos entender algo, después necesitamos verlo, y finalmente tenemos que aplicarlo. Yo no les puedo ayudar en esto. Lo repito, todo lo que puedo hacer es quitar los velos. Dios por Su misericordia puede resplandecer desde los cielos y concederles la vista, a fin de que reciban la visión, pero después de recibir la visión, todavía necesitan aplicarla. Deben hallar la manera de aplicar lo que han visto. Pedro primero recibió la revelación, después obtuvo la visión, y finalmente aprendió la aplicación, de una manera tan drástica que nunca pudo olvidarla. En realidad, cuanto más nos cuesta aprender algo, más difícil nos resulta olvidarlo. Pedro jamás pudo haber olvidado esa lección. ¡Aleluya, el Señor lo logró y Pedro lo logró también! No quiero decir que Pedro lo haya logrado por sí mismo, sino que el Señor lo hizo pasar por tal experiencia. El Señor lo condujo a través de la revelación, de la visión y de la aplicación.

Examinemos detenidamente estas tres etapas. ¿Cuál fue la revelación? ¿Cuál fue la visión? ¿Y cuál fue la aplicación que Pedro aprendió?

(Cristo es contrario a la religión, capítulo 4, por Witness Lee)