EL ORGANO APROPIADO PARA USAR LAS LLAVES
¿Cuál es el órgano apropiado para usar estas dos llaves? Nuestro espíritu humano. Todos sabemos que la mano es el órgano adecuado para hacer girar la llave y abrir la puerta de nuestra casa. Sería totalmente absurdo usar nuestra boca o los dedos de nuestros pies para hacer esto. Del mismo modo, el órgano apropiado para usar las llaves del Espíritu y la Palabra, no es nuestra mente ni nuestra voluntad, sino nuestro espíritu humano. Debemos ejercitar nuestro espíritu y permanecer en él. Cada vez que oremos, debemos hacerlo en nuestro espíritu; siempre que oramos-leemos la Palabra, debemos también hacerlo con nuestro espíritu; y cada vez que decimos: “¡Oh Señor, amén, aleluya!”, debemos hacerlo ejercitando nuestro espíritu humano. Podemos hacer de la Biblia un libro de letras o un libro lleno del hablar del Espíritu. La clase de Biblia que tengamos depende del órgano que usemos al entrar a ella. Si usamos nuestra mente para entrar en la Biblia, ésta será simplemente un libro de letras para nosotros. Pero si al ir a la Palabra ejercitamos nuestro espíritu, ésta se convertirá inmediatamente en un libro del Espíritu. El apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 3:6: “La letra mata, mas el Espíritu vivifica”. Al afirmar que la letra mata, Pablo se refería a la Palabra impresa. Si tenemos contacto con las Escrituras usando únicamente nuestra mente, éstas se convertirán en letras que matan. Este mismo libro puede ser para nosotros letras que matan o Espíritu que vivifica.
En primera instancia, todos debemos entender que tenemos tal Cristo: un Cristo que nos proporciona felicidad, que nos ofrece descanso, que nos da la ley, que predice, y que nos imparte vida. Sin embargo, también debemos entender que este Cristo es ahora el Espíritu, y que El se encuentra en la Palabra. Por consiguiente, si queremos tener contacto con este Cristo, debemos ejercitar nuestro espíritu, ya sea para orar-leer la Palabra o para invocar Su nombre. Si hacemos esto, tendremos contacto permanentemente con Cristo, y lo disfrutaremos grandemente. No existe otra forma de experimentar esto.
¿Ha tratado de cambiar su concepto acerca de la manera de tener contacto con la Biblia? Me preocupa mucho que siga aferrado a su antigua manera de leer y estudiar las Escrituras ejercitando sólo la mente. ¿Aún sigue practicando su antigua manera? No dudo que al estudiar la Biblia haya recibido en ocasiones algo de vida. Pero creo que la mayor parte del tiempo ha sido adormecido o aun muerto, simplemente por ir a la Biblia de la manera incorrecta. La nueva manera, y la mejor, consiste en ir al Señor al mismo tiempo que tenemos contacto con la Biblia. Siempre debemos combinar ambas prácticas. Cuando vayan a la Biblia, deben abrir tanto su espíritu como su boca para invocar el nombre del Señor Jesús. Todo versículo o frase que lean, háganlo invocando el nombre del Señor. Mezclen siempre la lectura de las Escrituras con el invocar al Señor Jesús. ¡Inténtenlo! Y de inmediato verán la diferencia.
Es posible argumentar diciendo: “¿Acaso no debemos entender la Biblia?” Dejen este asunto al Señor. Sólo oren-lean la Palabra, y el Señor se encargará de que la entiendan. Les garantizo que si practican fielmente el orar-leer la Palabra de Dios, podrán entender la Biblia mucho mejor que los que no practican el orar-leer.
Usemos un cerillo como ejemplo. Sabemos que el palito del cerillo está hecho de madera, pero en esencia, el cerillo es el fósforo. La palabra fósforo significa “portador de luz”. Segunda de Pedro 1:19 se refiere al Señor como la estrella de la mañana; en griego, ese término significa fósforo. Cristo es el fósforo, el portador de luz que resplandece en las tinieblas. Supongamos que necesito usar el cerillo, ¿qué tengo qué hacer? Por supuesto, tengo que encenderlo. Pero ¿cómo puedo encenderlo? Si trato de tallar el extremo que no tiene fósforo, no obtendré ninguna luz, aun si lo tallara por la eternidad, pues estoy usando el extremo equivocado. La Biblia es el cerillo, y el Señor Jesús, el Espíritu, es el fósforo. Podemos comparar al palito de madera de un cerillo con el blanco y negro de las letras en la Biblia, es decir, con las letras impresas, las cuales sostienen a Cristo como el fósforo, quien es la estrella celestial de la mañana. ¿Cómo podemos lograr que el fósforo se encienda y brille? Usando el extremo correcto del cerillo, prendiéndolo por el lado apropiado. El extremo apropiado es el Espíritu Santo, y el lugar adecuado es nuestro espíritu humano. No debemos preocuparnos tanto por la letra impresa en blanco y negro; esto sería semejante a centrarnos en el extremo incorrecto del cerillo. Debemos centrar toda nuestra atención en el extremo que tiene fósforo. Ciertamente lo que tenemos son las letras de la Palabra escrita, pero no debemos prestarles demasiada atención. Más bien, debemos centrarnos en el fósforo celestial que está en la Palabra, es decir, en el Cristo que es el Espíritu. Debemos encender el extremo correcto en el lugar adecuado, esto es, en nuestro espíritu humano. Muchos cristianos “prenden” la Biblia en el área de su mente. Así es que, no es de sorprenderse que nunca logren encenderla. Indudablemente necesitamos el extremo de madera para sostener el fósforo, o sea que necesitamos la palabra escrita, la letra impresa que contiene a Cristo como el fósforo celestial. Sin embargo, el fósforo, es decir, el Espíritu, es lo que realmente prende y emite luz. Debemos encender el extremo correcto, y debemos hacerlo en el lugar adecuado. Debemos tomar la Palabra escrita para prender al Señor, quien es el Espíritu, en nuestro espíritu humano. Si lo hacemos así, obtendremos fuego inmediatamente. Esto realmente funciona. Si abren su Biblia durante media hora o una hora sin obtener el fuego, algo está equivocado. Puedo asegurarles que ustedes se encenderán con tan solo dos minutos de clamar así: “¡Oh Señor Jesús! En el principio era el Verbo. ¡Amén! ¡Oh Señor Jesús, Tú eres la Palabra! ¡Amén, Señor Jesús! ¡Aleluya!” Esta es la manera correcta de tener contacto con la Palabra. Deben encender al Señor Jesús, el fósforo celestial, tomando la Palabra en el espíritu humano. ¡Aleluya! Practiquen esta nueva manera y abandonarán por completo la antigua. Cada vez que tomemos la Palabra en esta nueva manera, ella se encenderá y resplandecerá sobre nosotros.
¡Alabado sea el Señor! Tenemos las llaves, tenemos el órgano apropiado y sabemos la manera correcta de tener contacto con este maravilloso Cristo y disfrutarlo.
(
Cristo es contrario a la religión, capítulo 7, por Witness Lee)