Cristo es contrario a la religión, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA APLICACION

Los cobradores de impuestos

Dios es soberano. El nos puede enviar algunas personas extraordinarias como Moisés y Elías, y también algunas personas problemáticas. En la última sección de estos dos capítulos, leemos: “Cuando llegaron a Capernaum, se acercaron a Pedro los que cobraban el impuesto para el templo” (17:24). Los cobradores de impuestos son gente problemática. Pero observe que estos cobradores no eran publicanos; eran otra clase de cobradores. Los publicanos eran los recaudadores del impuesto estipulado por el Imperio Romano. Los romanos invadieron Judea, la ocuparon y le impusieron un impuesto muy pesado. Pero en el capítulo diecisiete, los cobradores de impuestos que se mencionan no eran los que cobraban impuestos para el Imperio Romano ni para otro gobierno, sino para el mantenimiento de la casa de Dios, esto es, para el templo. Exodo 30:11-16 exhorta a todo varón de entre los hijos de Israel a pagar medio ciclo para mantener la casa de Dios. Dios envió a esos hombres a Pedro.

Dios envió a Moisés y a Elías para que aparecieran en aquella visión; pero más adelante, en la aplicación, Dios envió a otra clase de personas. Si usted se entrega al Señor después de haber recibido la visión, tenga cuidado y esté listo, pues Dios le mandará algún cobrador de impuestos. ¿Quién será su cobrador de impuestos? Primeramente, quizás sea su querida esposa. A menudo, después de recibir la visión, aparece nuestra querida esposa para cobrar algo. O tal vez usted exclame: “¡Gracias, Señor, porque no estoy casado! No tengo esposa, no tengo marido; por consiguiente, Dios no me puede mandar ningún cobrador de impuestos”. Entonces, el cobrador que se le puede presentar quizás sea su compañero de cuarto o de clase. En el monte usted recibe la visión, pero cuando regresa a casa, aparecen los cobradores. Durante una conferencia o una reunión, usted recibe la visión y grita: “¡Aleluya!”, pues se siente tan feliz con la visión. Pero cuando abre la puerta de su casa, le estarán esperando los cobradores. Dios es soberano y sabe cómo ponernos a prueba. En ocasiones, El usa como Sus cobradores a nuestros hijos, y otras veces, usa a la familia de nuestro cónyuge. El puede usar a cualquier persona para ponernos a prueba. No podemos evitarlo ni podemos huir: los cobradores nos encontrarán. Cada uno de nosotros tiene algún cobrador de impuestos.

Pedro es puesto en evidencia nuevamente

Los cobradores de impuestos vinieron a Pedro, y otra vez él tomó la iniciativa. Todos los demás discípulos se encontraban dentro de la casa con Jesús; sólo Pedro salió al encuentro de los cobradores y fue puesto en evidencia nuevamente. Todo el que toma la delantera siempre se pone en una posición muy comprometedora.

Los cobradores de impuestos dijeron a Pedro: “¿Vuestro Maestro no paga el impuesto para el templo?” Hermano Pedro, no debes olvidar lo que aprendiste en Mateo 16: Cristo y la iglesia. ¿Lo recuerdas? No te olvides de la revelación que recibiste. Además, no se te olvide la dura lección que aprendiste en la cima del monte: Cristo y Su Cuerpo. No obstante, Pedro lo olvidó todo cuando se enfrentó a la prueba. El se olvidó de la revelación, de la visión, de Cristo y de la iglesia, de la Cabeza y del Cuerpo. Se olvidó de todo; sólo se acordó de sí mismo. Los recaudadores le preguntaron: ”¿Vuestro Maestro no paga el impuesto para el templo?" Y él contestó inmediatamente: “¡Sí!” Pedro, ¿cómo puedes olvidar tan fácilmente? No oíste la voz en el monte, la cual te exhortó a “oírle a El”? Debes ir a El y preguntarle. No debes contestar ni sí ni no: “¡a El oíd!” Si le habláramos a Pedro de esta manera, tal vez él argumentaría: “Hermano, usted no conoce la Biblia. Yo puedo enseñarle el capítulo y el versículo preciso donde muestra claramente que en el pueblo de Israel, todo varón debe pagar el impuesto, y Jesús es uno de esos varones. ¿Por qué no habría de pagarlo? Indudablemente tengo la razón en contestar que sí”. Pedro se apegaba a las Escrituras y era muy fundamentalista; así que contestó conforme a las instrucciones que dio Moisés en Exodo 30. Pedro contestó a los cobradores según la ley, escuchando a Moisés, oyéndole a él. Pero su respuesta fue totalmente contraria a la revelación que había recibido, a la visión que había tenido, y a las palabras de la voz celestial que le habían dicho: “a El oíd”. No hay más Moisés, ni la ley, ni Elías ni los profetas; sólo queda Jesús: a El oíd. ¿Por qué Pedro, después de haber recibido la visión, aún conservaba su antiguo conocimiento, su tradición y su religión? Este es un gran problema. Después de recibir la visión, todavía permanecen en nosotros las antiguas tradiciones, enseñanzas y la religión. “¿Vuestro Maestro no paga el impuesto?” “¡Sí!” Este “sí” proviene de nuestro conocimiento bíblico tradicional. Procede de las enseñanzas de la Biblia. Ciertamente es una respuesta correcta, bíblica y fundamentalista, pero es totalmente contraria a la visión y a Cristo mismo.

Después de esa contestación, Pedro entró en la casa. Yo pienso que volvió con la intención de contar al Señor Jesús lo que había hecho, y con el fin de recibir el dinero. Pero el Señor, anticipándose a lo que Pedro iba a decir, lo interrumpió y no permitió que hablara más. El Señor parecía decir: “No digas que esa contestación es bíblica ni fundamentalista; más bien, es una insensatez. La respuesta que diste concuerda con tu Biblia, pero no con el Cristo viviente y actual”.

(Cristo es contrario a la religión, capítulo 4, por Witness Lee)