LO DIVINO SE MEZCLA CON LO HUMANO
Después de esto, el Señor Jesús habló muy poco. Inmediatamente después de hacer tal declaración, leemos que El escupió en la tierra e hizo lodo con Su saliva (v. 6). Desde el punto de vista humano y biológico, la saliva es un fluido sucio y desagradable. No obstante, el Señor escupió en la tierra y mezcló la saliva con la tierra. Luego, leemos que el Señor tomó esta saliva mezclada con tierra, ungió los ojos del ciego, y le pidió que se fuera a lavar. Una vez que el ciego hizo esto, regresó sano. Al hacer esta señal, el Señor Jesús no actuó sólo de manera milagrosa, sino más bien, hizo algo inculto, vulgar, y totalmente opuesto al concepto humano. La opinión de la gente fue que El actuó de manera vulgar. De todas las sustancias que existen, ¿quién se imaginaría que el Señor Jesús iba a usar saliva mezclada con barro, como ungüento para ungir al hombre ciego? El Señor siempre actúa de manera opuesta a nuestros conceptos religiosos y humanos. Visto desde una perspectiva espiritual, lo que El hizo encierra un significado muy profundo, pues el Señor mezcló un elemento que salió de Su boca con otro elemento: la tierra. Nosotros somos tierra; por consiguiente, lo que el Señor hizo representa la mezcla de lo divino con lo humano.
Todos nacimos ciegos. ¿De qué manera recibimos la vista? Al mezclarnos con el Señor Jesús, quien es una persona divina. El elemento de Cristo debe entrar en nosotros y mezclarse con nuestro ser. Por experiencia personal, la mayoría de nosotros podemos testificar lo siguiente: el día en que recibimos a Cristo, fue el día en que recibimos la vista. Aun ahora, al mezclarse Cristo con nosotros, recibimos la vista. Si usted permite que Cristo imparta algo de Sí mismo dentro de usted, recibirá la vista.
(Cristo es contrario a la religión, capítulo 8, por Witness Lee)