Cristo es contrario a la religión, por Witness Lee

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LA PRIMERA PREGUNTA

El sumo sacerdote, quien era la máxima autoridad en la religión, y los ancianos, quienes tenían la autoridad en la comunidad, se unieron para formular la primera pregunta, una pregunta acerca de la fuente de la autoridad de Jesús. Ellos le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?” (21:23). En otras palabras, le preguntaron: “¿Cuál es Tu fuente? ¿Es auténtica Tu autoridad?” No debemos tomar estas preguntas a la ligera. En el cristianismo actual siempre se plantean este tipo de preguntas: “¿Cuál es su fuente? ¿Es fundamentalista? ¿Está correcto?” En realidad lo que quieren decir, y a veces lo dicen literalmente, es: “¿De qué seminario se graduó usted? ¿Dónde fue ordenado como ministro, y por quién?”

Sin embargo, el Señor Jesús era muy sabio. El dijo: “Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” (21:24-25). El los puso en evidencia. Entonces estos hombres cultos y prominentes, discutían entre sí, diciendo: “Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?” (21:25). Ellos temían responder, pues si respaldaban a Juan, tendrían que recibir también a Jesús, porque Juan testificó de El y era Su precursor. Así que, si aceptaban a Juan, también tenían que aceptar a Jesús; por tanto, razonaron de la siguiente manera: “No podemos contestar eso, pues si lo hacemos, caeremos en una trampa”. Ellos cavilaban: “Y si decimos, de los hombres, tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta” (21:26). Finalmente decidieron que la mejor solución era decir una mentira. Así que, se volvieron a Jesús y le dijeron: “No sabemos”. Pero el Señor Jesús sabía que ellos sí sabían. De modo que les respondió descubriendo la realidad: “Ustedes sí saben, pero no quieren decirlo. Dicen que no saben, pero eso es una mentira. La verdad es que no lo quieren decir. Puesto que ustedes no quieren decirlo, Yo tampoco les diré. Ustedes mienten, pero Yo no mentiré”. Jesús es verdaderamente el Señor. El es realmente digno de nuestra adoración. Aparte de Jesús, ¿quién podría contestar de esta manera?

Después de dar esta respuesta a los principales sacerdotes y ancianos del pueblo, el Señor prosiguió y les habló en parábolas. Voy a referirme brevemente a las dos últimas parábolas. En la segunda de ellas el Señor declaró que El estaba allí para construir el edificio de Dios (21:33-46). Ellos le habían hablado de una manera insensata y pecaminosa, pero a pesar de eso, el Señor Jesús prosiguió y les mostró algo de la revelación de Dios, del propósito eterno de Dios. En esta parábola les declaró primeramente que El era el Hijo de Dios, a quien Dios había enviado, y como tal, era el Heredero, quien recibiría toda la herencia de Dios. Les indicó que en realidad ellos estaban rechazando a este Heredero celestial y divino, al propio Hijo de Dios. Luego, les dijo que al rechazarle a El estaban rechazando la piedra angular del edificio de Dios. En otras palabras, El parecía decirles: “Ustedes no saben de lo que están hablando ni lo que están haciendo. No saben a quién están rechazando. Yo soy el Hijo de Dios, a quien ustedes han rechazado, pero a fin de cuentas lo que ustedes rechazan se convertirá en la piedra del ángulo”. ¿Con qué propósito había El venido? ¡Para construir el edificio de Dios! Incluso en la respuesta que le dio a estos insensatos, el Señor indicaba que El estaba allí para construir el edificio de Dios.

Luego, El les habló la parábola de la fiesta de bodas (22:1-14). El Hijo de Dios es la piedra del ángulo y también el Novio. Por lo tanto, el Señor les reveló estos dos asuntos maravillosos: el edificio y la fiesta de bodas. El edificio requiere de la fiesta, y la fiesta se efectúa para el edificio. Cuanto más festejamos con Jesús, más somos establecidos en Su edificio. En tales parábolas la palabra del Señor está llena de significado. En 1 Corintios 3 y en 1 Pedro 2, vemos que la fiesta sirve para el crecimiento, y que el crecimiento tiene como fin la edificación. Por consiguiente, todos debemos festejar en la fiesta de bodas de Jesús a fin de crecer, y mientras crecemos, llegamos a ser el material apropiado para Su edificio. El es la piedra angular del edificio, y nosotros somos las muchas piedras. Nos convertimos en piedras al festejar con El. La intención de Dios en cuanto al Señor Jesús consiste en obtener el edificio y la fiesta, el disfrute y la edificación.

(Cristo es contrario a la religión, capítulo 5, por Witness Lee)