Lecciones acerca de la oración, por Witness Lee

Más extractos de este título...

III. EL ESPÍRITU DEBE SER PURO

En un sentido estricto, el espíritu en sí mismo no se contamina fácilmente. Cualquier inmundicia de espíritu se debe a que se contamina con el alma y el cuerpo cuando pasa a través de ellos al manifestarse externamente. Por ejemplo, si la mente está contaminada, cuando el espíritu pasa por la mente a fin de expresarse, la contaminación de la mente se convierte en la contaminación del espíritu. Si la parte emotiva es inmunda, cuando este espíritu se manifieste, seguramente será contaminado con la impureza de la parte emotiva. Si la voluntad es inapropiada, cuando el espíritu se exprese, también se volverá un espíritu inapropiado. Por ejemplo, el agua puede ser muy pura en la fuente, pero si pasa a través de algún material que contiene azufre, adquirirá cierto elemento sulfúrico y finalmente saldrá como agua sulfúrica. De la misma manera, no es fácil que el espíritu se contamine por sí mismo; más bien, dicha contaminación generalmente viene como resultado de que el espíritu haya pasado por nuestro ser.

Por tanto, a fin de que el espíritu sea puro, la mente del hombre, su parte emotiva y su voluntad deben ser puras. Una persona con una mente peculiar seguramente mostrará un espíritu extraño. Si alguien es muy emotivo y no puede controlar su pasión —placer, enojo, dolor o gozo—, cuando su espíritu se manifieste, será inestable e incontrolable. Podrán argumentar que es algo del espíritu; y puede ser cierto, ya que para ese momento algunos elementos de las emociones se han mezclado con el espíritu. Pero, en un sentido estricto, no es el espíritu solo, sino que algo de la parte emotiva se ha mezclado con el espíritu. Alguien puede tener una voluntad muy obstinada y necia, y cuando su espíritu se manifieste, ciertamente será un espíritu obstinado y necio. Esto es inevitable. No importa la clase de persona que uno sea, es fácil que su espíritu lleve ese “sabor”. Si sus facultades no son puras, su espíritu será igualmente impuro. Para que el espíritu sea puro, la persona misma debe ser pura. Cuando se manifiesta el espíritu de una persona llena de odio, su espíritu expresa ese odio. Ocurre lo mismo con una persona cuyos pensamientos son impuros. Cuando se manifieste su espíritu, éste inevitablemente será impuro.

Si el espíritu de uno es impuro, entonces éste tendrá una mala conciencia, y si tiene una mala conciencia, su espíritu estará arruinado. No es posible orar con tal espíritu. Por tanto, a fin de tener un espíritu de oración, el requisito fundamental es que seamos personas puras. Cuando una persona es pura, su espíritu también es puro. Solamente una persona con un espíritu puro, puede tener una buena conciencia. Su buena conciencia le permitirá ser fortalecido en espíritu y llegar a ser un hombre de oración.

(Lecciones acerca de la oración, capítulo 5, por Witness Lee)