Lecciones acerca de la oración, por Witness Lee

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IV. ESTA VIDA AMA LA LUZ

Sabemos que la deshonestidad y la astucia son elementos que pertenecen a las tinieblas; mientras que la bondad, la justicia, la verdad y la rectitud son características de la luz. Si hay deshonestidad o astucia en nuestros motivos, nuestra manera de vivir, nuestras acciones o en nuestras conversaciones, ciertamente estamos en tinieblas. En ocasiones estas condiciones están ausentes, y sin embargo, hay otra clase de tinieblas, que son simplemente tinieblas. Algunas personas están en tinieblas debido a la deshonestidad, astucia o el orgullo; otras personas están en tinieblas simplemente porque en su interior hay tinieblas y carecen de luz. Puede ser que una persona se comporte muy bien, sin usar una gota de astucia, sino que es recta, sincera, sin engaño, sencilla y humilde. Aparentemente no tiene defecto alguno, pero en su interior ella está en tinieblas, debido a que carece de luz. Recuerde, por favor, que cualquier forma de tinieblas puede hacerle a usted incapaz de orar. El hombre no puede orar mientras que su interior esté en tinieblas.

Tal vez piense: “Ciertamente la astucia, la deshonestidad y el orgullo pueden causar que estemos en tinieblas en nuestro interior, pero ¿cómo podemos estar en tinieblas si no tenemos ninguna falta?”. Las tinieblas existen cuando hay algún problema, pero puede haber tinieblas aun cuando no tenemos ninguna falla moral. En realidad, hablando en términos espirituales, esta otra clase de tinieblas también responde a cierto problema subyacente. ¿Por qué existen las tinieblas en el hombre? Esto se debe principalmente a que el hombre permanece cerrado y velado en su interior. Tal vez ustedes conocen algún hermano o hermana que se comporta muy bien, que es humilde y amoroso, pero su ser no está abierto. No está abierto ni a Dios ni a los demás miembros del Cuerpo. Él está cerrado a Dios y al hombre. Además, es una persona que evidentemente rechaza la luz. Cuando la luz lo ilumina, no le presta ninguna atención, e incluso pone cualquier excusa para rechazarla. Por consiguiente, debido a que está cerrado y rechaza la luz, aunque es una persona buena, permanece en tinieblas.

Una cosa es segura: no importa que clase de tinieblas haya en el hombre, éstas siempre causarán que el hombre sea incapaz de orar. A las personas deshonestas u orgullosas no les gusta orar. Las personas astutas y aquellas que menosprecian a los demás, claramente no son capaces de orar. De igual manera, una persona que está cerrada a Dios y a los hombres, y que rechaza la luz, seguramente no disfrutará orar, porque la vida interior de oración es una vida que ama la luz. Cuanto más nos abrimos a Dios y a los hermanos y hermanas, más recibimos luz y más permitimos que la luz nos corrija. Cuando permanecemos en la luz, habrá en nosotros un deseo intenso de orar.

He conocido a ciertos hermanos y hermanas que son en verdad humildes, mansos, amorosos, sinceros y rectos; sin embargo, simplemente no les gusta orar. Les gusta hacer mandados, así como esforzarse por hacer algo por los demás, pero si les mencionan la oración, no les gustará. Ellos son realmente personas amables, pero desgraciadamente no les gusta orar. Cuando se encuentren con esta clase de situación, deben saber que tales personas permanecen en tinieblas. Las tinieblas en ellos no se deben al orgullo, a la astucia, a la deshonestidad ni al odio, sino a que no se abren y rechazan la luz, pues siempre ponen excusas para apartarse de la luz. Por consiguiente, no les gusta orar. La vida de oración en nosotros ama la luz, y cuanto más estamos en la luz, más la vida en nosotros ama la oración: esto es una ley.

(Lecciones acerca de la oración, capítulo 4, por Witness Lee)