Lecciones acerca de la oración, por Witness Lee

Más extractos de este título...

I. LA ORACIÓN DEBE SER INICIADA POR DIOS Y NO POR EL HOMBRE

En cuanto a los principios que rigen la oración, primeramente tenemos que ver que la oración no debe ser iniciada por el hombre, sino por Dios. Cualquier oración, incluso la confesión de pecados ante Dios, debe ser el resultado de la operación de Dios en nosotros. Cuando oramos confesando nuestros pecados ante Dios, pareciera que estamos confesando nuestros pecados a Dios por nosotros mismos, pero de hecho es Dios dentro de nosotros el que inicia tal oración. Si el Espíritu Santo no operara en nosotros, no podríamos acercarnos a Dios para confesar nuestros pecados. Cuando alguien se presenta ante Dios para confesar sus pecados, es porque el Espíritu ha iniciado esto en él, instándole, animándole y haciendo que esté consciente de sus ofensas y de la necesidad de confesarlas. De hecho, toda oración que hagamos debe ser iniciada por el Espíritu de Dios.

Si examinamos todas las experiencias en cuanto a la oración, descubriremos que cada experiencia digna de considerarse como una oración ante Dios nunca es iniciada por el hombre en sí mismo, sino por el Espíritu Santo dentro del hombre. Toda oración que sea iniciada por el hombre mismo no concuerda con este principio. Éste es un asunto muy serio. A menos que nuestras oraciones sean iniciadas por Dios desde nuestro interior, ni usted ni yo podremos ofrecer una oración que sea aceptable ante Él, ni una oración que pueda tocar Su intención e incluso Su trono. Por tanto, hablando en un sentido estricto, toda oración que no sea iniciada por Dios desde el interior del hombre, sino que sea meramente iniciada por el hombre, ante Dios no es digna de considerarse como una verdadera oración. Si mantenemos presente este principio, seremos corregidos y adiestrados en cuanto a la oración en sobremanera.

(Lecciones acerca de la oración, capítulo 2, por Witness Lee)