II. LA ORACIÓN CONSISTE
EN QUE EL HOMBRE INHALE A DIOS,
OBTENGA A DIOS Y SEA OBTENIDO POR DIOS
La verdadera oración también consiste en que el hombre inhale a Dios tal como inhala el aire. Al inhalar a Dios, espontáneamente obtenemos a Dios, al igual que cuando inhalamos el aire recibimos el aire. Como resultado, no solamente obtenemos a Dios y Él llega a ser nuestro disfrute, sino que también todo nuestro ser se rinde a Dios, se vuelve a Dios, y Dios lo gana por completo. Cuanto más oremos, más seremos llenos de Dios, y más nos rendiremos a Él y Él nos ganará. Si no oramos por una semana o, lo que es peor, por un mes, estaremos muy lejos de Dios. ¿Qué significa estar muy lejos de Dios? Significa que no podremos obtener a Dios ni ser obtenidos por Él. El único remedio para esta situación es orar. Y no es suficiente orar por dos o tres minutos; es necesario orar una y otra vez hasta que verdaderamente inhalemos a Dios, seamos verdaderamente obtenidos por Dios y también obtengamos a Dios. Por tanto, hermanos y hermanas, la oración genuina es de suma importancia para la vida espiritual del creyente.
Hermanos y hermanas, no deben pensar que la oración es simplemente pedirle algo a Dios. Por ejemplo, digamos que usted necesita una casa y le pide a Dios que le prepare una. Después de orar, el Señor le dice que su petición le será concedida. Al día siguiente viene un hermano y le dice: “¿Necesita usted una casa? Mi vecino tiene dos casas en renta; la ubicación es muy conveniente y el alquiler es barato”. Así que, usted inmediatamente da gracias al Señor y lo alaba, diciendo: “Aleluya, el Señor es realmente el Dios vivo y verdadero; Él ha contestado mi oración”. No me atrevería a decir que esto no es orar, pero ciertamente no es una oración adecuada. Hermanos y hermanas, si realmente han aprendido la lección en cuanto a la oración, encontrar una casa o no es realmente algo secundario; el asunto principal al cual deben prestar atención es si han obtenido más de Dios y si Dios ha ganado más de usted a través de tal oración. Si el resultado de la oración es solamente lograr un asunto en particular, sin que usted obtenga a Dios ni sea obtenido por Él, entonces dicha oración es un fracaso, un malogro. El máximo resultado de la oración debe ser que el intercesor obtenga más de Dios y Dios gane más de él, aunque también le sea cumplida la petición que ha hecho a Dios.
Por favor consideren esto: ¿Han tenido ustedes dichas experiencias al orar? Aunque es posible que muchas veces desconocemos este significado de la oración y quizás oremos a Dios acerca de ciertos asuntos, aun así Dios nos introducirá en Sí mismo mientras oramos por tales cosas. Por ejemplo, digamos que una hermana, quien es madre, ama mucho a su hijo, pero ama al Señor muy poco. No importa cuánto uno trate de ayudarla, ella no busca al Señor. Sin embargo, un día su hijo se enferma. Después de llevarlo con el médico varias veces, el niño sigue enfermo. Ella se siente impotente y no tiene más remedio que poner su confianza en el Señor. Cuando ella ora, únicamente le pide al Señor que sane a su hijo. No tiene la más mínima intención de buscar al Señor mismo. ¿Quién pensaría que a través de tal oración ella verdaderamente podría encontrarse con el Señor, tocarle y disfrutarle? A causa de su oración, esta hermana, que por muchos años se negaba a ser ganada por el Señor, ha entrado espontáneamente en Dios y, al mismo tiempo, ha sido ganada por Dios. Pero ella todavía no entiende lo que ha sucedido. Después de tres días su hijo es sanado, así que ella va a la reunión y testifica de lo fiel que es Dios, de cómo Él ha contestado sus oraciones y de cómo su hijo fue sanado. Aunque ella ha experimentado la realidad en virtud de la oración, aun así no se da cuenta de ello. Muchas veces nosotros somos como esta hermana. Cuando vemos la desolación de la iglesia y acudimos al Señor para orar, sentimos que estamos orando por la condición de la iglesia, pero a los ojos de Dios el propósito de nuestra oración es causar que le toquemos, inhalemos y obtengamos, y permitamos que Él nos obtenga.
Estoy convencido que en los años que nos quedan Dios hará que todos Sus hijos vean con más claridad que la verdadera oración no es orar por asuntos, pedir cosas o interceder por las personas. La verdadera oración equivale a inhalar a Dios mismo, obtener a Dios y ser obtenidos por Él. Todas las oraciones que hacemos por personas, asuntos y cosas que son ajenas Dios no constituyen la esencia de la oración, sino que son simplemente la capa externa o accesorios de la oración. Una oración genuina, una oración con esencia, es aquélla en la que verdaderamente tenemos contacto con Dios, le inhalamos, le disfrutamos, le obtenemos, somos llenos de Él y le permitimos ganar todo nuestro ser. Si los hijos de Dios pueden ver esta verdad, tendrán una mejor comprensión en cuanto al verdadero significado de la oración.
(
Lecciones acerca de la oración, capítulo 1, por Witness Lee)