III. LA ORACIÓN CONSISTE EN QUE EL HOMBRE
COOPERE Y COLABORE CON DIOS,
PERMITIENDO QUE DIOS SE EXPRESE A SÍ MISMO
Y EXPRESE SU DESEO POR MEDIO DEL HOMBRE,
Y QUE ASÍ LOGRE SU PROPÓSITO
Si un hermano o hermana verdaderamente ha aprendido el secreto de la oración, tal como lo tratamos en los dos puntos anteriores, espontáneamente se producirá el siguiente resultado: sin duda alguna, la persona que ora cooperará con Dios, colaborará con Dios y permitirá que Dios se exprese a Sí mismo y exprese Su deseo desde lo profundo de su ser y por medio de él, lo cual redundará finalmente en que se logre el propósito de Dios. Esto concuerda con Romanos 8:26 y 27, donde dice que si bien no sabemos qué hemos de pedir como conviene, el Espíritu intercede por nosotros conforme al propósito de Dios. En realidad, nosotros no sabemos cómo orar. Conocemos lo que la gente comúnmente llama suplicar, pero sabemos muy poco de la oración acerca de la cual nos hablan las Escrituras. La primera vez que leí estos dos versículos en Romanos 8, me pregunté su significado. Cuando estaba enfermo, me dije: ¿No le oré a Dios pidiéndole que me sanara? Cuando padecía cierta necesidad, ¿no le oré a Dios pidiéndole que me enviara una provisión? ¿Cómo pueden entonces decir las Escrituras que no sabemos orar como conviene? Poco a poco, el Señor me mostró que en realidad no sabemos nada acerca de la clase de oración que Dios anhela. Conocemos aquellas oraciones que las personas generalmente llaman oraciones, pero que están por debajo de la norma. No conocemos aquellas oraciones que están relacionadas con el deseo de Dios y se hallan en el nivel requerido. En esto radica nuestra debilidad. Damos gracias a Dios, pues en medio de nuestra debilidad el Espíritu mismo viene a ayudarnos y a interceder por nosotros con gemidos indecibles.
Hermanos, las verdaderas oraciones consisten en que el Espíritu Santo, que está dentro del hombre, exprese el deseo de Dios por medio del hombre. En otras palabras, las verdaderas oraciones son aquellas que involucran a dos entidades. No consisten simplemente en que únicamente el hombre ore a Dios, sino en que el Espíritu se mezcle con el hombre, se vista del hombre y se una a él en oración. Exteriormente, es el hombre quien ora, pero interiormente es el Espíritu quien ora. Esto significa que simultáneamente ambas partes expresan la misma oración. Por favor, recuerden que únicamente esto es la oración de la cual nos hablan las Escrituras.
Frecuentemente hablamos de la oración de Elías. Jacobo 5:17 dice: “Elías era hombre de sentimientos semejantes a los nuestros, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”. En el griego, la expresión oró fervientemente significa “oró con una oración, u oró en una oración”. Ésta es una expresión muy peculiar en la Biblia. Por favor, recuerden que esto es lo que queremos decir cuando hablamos de la oración que involucra a dos entidades. Cuando Elías oraba, él oraba con una oración o en una oración. Es decir, oraba con la oración del Espíritu, quien estaba dentro de él. Por tanto, podemos decir que la oración de Elías era el propio Dios quien oraba a Sí mismo en Elías. Andrew Murray dijo una vez que una oración genuina consiste en que el Cristo que mora en nosotros ore al Cristo que está sentado en el trono. El que Cristo ore a Sí mismo suena muy extraño, pero en nuestra experiencia esto es lo que realmente sucede.
Examinemos nuevamente Romanos 8:27, el cual contiene una cláusula que dice que el Espíritu “conforme a Dios intercede”. Esto significa que el Espíritu Santo ora en nosotros conforme a Dios, es decir, Dios ora en nosotros mediante Su Espíritu. Por tanto, tal oración expresa ciertamente la intención de Dios así como a Dios mismo.
Por medio de estos ejemplos podemos ver que, sin duda alguna, las verdaderas oraciones harán que nuestro ser se mezcle totalmente con Dios. Nos convertiremos en una persona compuesta de dos entes, a saber: Dios mezclado con el hombre. Cuando usted ora, es Él quien ora; y cuando Él ora, usted también ora. Él ora dentro de usted, y luego usted expresa audiblemente dicha oración. Él y usted son completamente una sola persona, por dentro y por fuera; Él y usted oran al mismo tiempo. En esos momentos, usted y Dios no pueden separarse, pues están mezclados como una sola entidad. Por consiguiente, usted no solamente coopera con Dios, sino que también labora juntamente con Dios a fin de que Dios mismo y Su deseo se expresen por medio de usted, lo cual cumple finalmente el propósito de Dios. Ésta es la verdadera oración que se nos requiere en la Biblia.
Por tanto, el versículo 20 de Judas dice: “Orando en el Espíritu Santo”. Esto significa que usted no debe orar en sí mismo. En otras palabras, significa que su oración debe ser la expresión de dos personas, usted y el Espíritu Santo, orando como una sola entidad. Efesios 6:18 dice: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu”. Es difícil decir si el espíritu mencionado aquí se refiere exclusivamente al Espíritu Santo. Todos aquellos que leen la Biblia desde un punto de vista ortodoxo reconocen que el espíritu aquí no se refiere solamente al Espíritu Santo; más bien, también incluye nuestro espíritu humano. Cuando oramos, debemos orar en tal espíritu mezclado.
Con base en la comunión que hemos compartido en este capítulo, podemos ver que la Biblia consiste en que Dios se exhala a Sí mismo, mientras que la oración consiste en que nosotros inhalamos a Dios. Nuestra lectura de la Biblia y nuestra oración equivalen a nuestra respiración delante de Dios, y como resultado inhalamos a Dios. Por esta razón, no debe ser nuestra costumbre solamente leer la Biblia sin orar. Si únicamente leemos la Palabra, ciertamente le permitimos a Dios que exhale, pero nosotros no inhalamos a Dios. Por tanto, todavía necesitamos orar. Sin embargo, cuando oramos, nuestras súplicas con respecto a personas, sucesos y asuntos no son más que un cascarón, un marco exterior. La verdadera oración siempre concuerda con las Escrituras; es una acción de exhalar e inhalar ante Dios, lo cual hace que nosotros y Dios, Dios y nosotros, tengamos contacto el uno con el otro y nos obtengamos el uno al otro. Por consiguiente, cooperamos y laboramos totalmente con Dios, y Dios se expresa a Sí mismo y expresa Su deseo por medio de nosotros, lo cual en última instancia cumple Su propósito. Tal es el sentido fundamental de la oración en la Biblia.
(
Lecciones acerca de la oración, capítulo 1, por Witness Lee)