X. LA MENTE INTERPRETA LO PERCIBIDO
POR EL ESPÍRITU
Una vez que algo es percibido en el espíritu, es necesario que la mente lo interprete. La percepción del espíritu generalmente es muy aguda. Por tanto, a fin de que la mente pueda interpretarla, es necesario tener presentes los ocho puntos antes mencionados, que son, tener una mente: (1) renovada, (2) sobria, (3) capaz de concentrarse, (4) quieta, (5) que presta atención a las cosas del espíritu, (6) que sea gobernada por el espíritu, (7) que sea una mente del espíritu, y (8) que esté llena de los elementos del espíritu. Así, nuestra mente podrá entender la carga espiritual e interpretar el sentir espiritual.
Por ejemplo, en una reunión de oración usted tiene la carga de orar, pero no tiene la claridad de cómo orar. Esto significa que no entiende el significado de dicha carga particular, y no hay suficientes elementos del espíritu en su mente. Pero si su mente es espiritual, y ha sido adiestrada, inmediatamente usted entenderá y podrá expresar tal carga adecuadamente. El mismo principio se aplica al ministerio de la Palabra. Podemos tener una carga por hablar cierta palabra a los hermanos y hermanas, pero se requiere la cooperación de la mente para interpretar el significado particular de dicha carga y el sentir del espíritu.
Las buenas oraciones se producen cuando tenemos primero la percepción y la carga en nuestro espíritu. Debemos tener una mente aguda capaz de expresar plenamente esa percepción espiritual con palabras muy finas y pensamientos muy ricos. Algunos hermanos y hermanas están llenos de sensaciones interiormente y poseen un sentir espiritual muy rico; sin embargo, su mente no es capaz de interpretar dicho sentir. Lo único que pueden hacer es gritar, llorar o reír. Ellos ciertamente tienen el sentir y la carga, pero su mente es inadecuada.
Alrededor de 1947, las reuniones en Shanghái comenzaron a experimentar un avivamiento. Durante una reunión para partir el pan un día del Señor por la tarde, un hermano originario del sur de Fukién se inspiró y oró en su lengua materna, expresando su inspiración interior. Mientras yo lo escuchaba, aunque no podía entenderle muy bien, pude darme cuenta que incluso en su dialecto materno él no podía expresar adecuadamente la inspiración que tenía en su interior. Así que, se puso rojo, se estremeció, y salieron lágrimas de sus ojos. Toda la congregación estaba consciente de que tenía un sentir, pero que desafortunadamente, debido a la falta de cooperación de la mente, no tenía las palabras apropiadas para expresarlo. Si su mente hubiera estado adiestrada y si él hubiera podido hablar el lenguaje mandarín o el dialecto de Shanghái, usando palabras más ricas para liberar su sentimiento interior, pienso que la reunión entera se habría encendido. Sin embargo, fue lamentable que debido a que su mente, la cual no había sido adiestrada, no podía interpretar lo que había en su interior, no pudo desbordarse hacia el exterior. Por tanto, hermanos, si deseamos orar apropiadamente, necesitamos ejercitarnos para que nuestra mente pueda interpretar y corresponder al sentir de nuestro espíritu. Esto es esencial.
(Lecciones acerca de la oración, capítulo 6, por Witness Lee)