Lecciones acerca de la oración, por Witness Lee

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IX. LA ORACIÓN CONSISTE EN DESCARGAR NUESTRA CARGA ANTE DIOS

En una oración apropiada, uno siempre se debe sentir muy cargado al principio, pero se debe sentir cierta ligereza al final. Si al principio de nuestra oración estamos indiferentes y al final seguimos estando indiferentes, si no sentimos ninguna carga ni nos sentimos dicha ligereza, si nos pareciera que no hay ninguna diferencia si oramos o no, debemos saber que nuestra oración no se conforma al estándar. Una oración que se conforma al estándar tiene que ser una oración en la que primero nos acercamos a Dios. Al acercarnos a Él, Su intención entra en nosotros y se convierte en nuestra carga, lo que nos lleva a sentir la necesidad de ir ante Dios a desahogar nuestro corazón descargando dicha carga. Entonces, una vez que hemos orado adecuadamente, inmediatamente nos sentimos interiormente cierta ligereza, porque la carga ya ha sido liberada. Si no se presenta esta condición, nuestra oración no es apropiada.

A manera de ilustración, utilicemos la historia de la salvación de Hudson Taylor, fundador de la Misión al interior de China. En su biografía nos dice que cuando él tenía alrededor de quince o dieciséis años, el día en que él fue salvo su madre había ido a visitar a un pariente a unos ciento veinte kilómetros de distancia. Esa tarde ella sintió una carga muy urgente en cuanto a la salvación de su hijo. Así que, se encerró en un cuarto y oró delante de Dios, derramando el deseo de su corazón. Ella oró hasta que la carga dentro de ella se hubo ido, y se sintió bastante ligera y liberada. Entonces, sabiendo que Dios había contestado su oración, ella agradeció y alabó a Dios. Mientras su madre oraba, Hudson Taylor vio en la sala de lectura de su padre un folleto evangélico con las palabras: “la obra consumada de Cristo”. Estas simples palabras le tocaron y le llevaron a recibir al Señor como su Salvador con todo su corazón. Después de un tiempo, cuando su madre regresó a casa, Hudson Taylor fue hacia la puerta para encontrarse con ella y decirle que tenía buenas noticias para ella. Pero su madre lo abrazó con una sonrisa y le dijo: “Hijo mío, lo supe hace tiempo, y me he estado regocijando por tus buenas noticias durante estas dos semanas”.

En esta historia podemos ver primeramente que la intención de Dios era salvar a Hudson Taylor. En ese tiempo, su madre estaba buscando al Señor y se hallaba en silencio ante Dios. Por tanto, Dios aprovechó la oportunidad para infundir Su intención en ella, haciendo que Su intención se convirtiera en una carga interior en ella, la misma que ella derramó ante Él. Finalmente, dicha carga fue totalmente liberada ante el trono de Dios, y entonces Dios actuó para cumplir esta oración.

Este ejemplo debe convencernos de que esta oración no sólo causó que Hudson Taylor fuese salvo, sino que también causó que su madre entrara más profundamente en Dios y que fuera ganada por Dios de una manera más profunda. No podemos decir exactamente cuánto de la mezcla entre el hombre y Dios se hizo más profunda en ella después de esa oración. Además, esto no sólo fue un asunto donde se salvó un alma. Implícitos estaban también los grandes e inconmensurables asuntos de la autoridad y del beneficio que Dios ganó a través de Hudson Taylor. Éste debe ser el resultado de una oración apropiada.

(Lecciones acerca de la oración, capítulo 2, por Witness Lee)