IV. LOS RESULTADOS DE PERMANECER EN EL SEÑOR
A. Entender el deseo de Dios
Una vez que alguien permanece en el Señor, espontáneamente toca los sentimientos de Dios y entiende el deseo de Dios. En el Antiguo Testamento Abraham fue un ejemplo de esto. Debido a que continuamente permaneció ante Dios, Dios no pudo evitar contarle a Abraham acerca de Su intención. Salmos 32:8 dice que el ojo de Dios esta puesto sobre nosotros. Esto corresponde a un refrán chino que dice que el hombre actúa según el guiño o las insinuaciones que se hacen con los ojos. Si vivimos en la comunión, entenderemos lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que el ojo de Dios está puesto en nosotros. No debemos ser como el caballo o la mula, los cuales no tienen entendimiento, de modo que Dios tenga que ponernos cabezada, freno y rienda para que podamos entender Su deseo. Simplemente tenemos que vivir en la comunión, permanecer en Su presencia y acercarnos a Él. Entonces, espontáneamente entenderemos Su temperamento, Su manera de ser y los principios con los cuales Él actúa. Es como si en nuestro espíritu vislumbráramos la mirada del Señor y percibiéramos y entendiéramos Su sentir y Su deseo.
B. Tener el mismo deseo de Dios
Una vez que hemos tocado el sentir de Dios y entendido Sus intenciones, espontáneamente tendremos Su propio deseo en nosotros. Entonces, Su deseo se convierte en nuestro deseo, y lo que Él quiere es exactamente lo que nosotros queremos.
(Lecciones acerca de la oración, capítulo 11, por Witness Lee)